En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se preguntaba asombrada: “¿De dónde saca todo eso? ¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?”.
Y esto les resultaba escandaloso.
Jesús les decía: “No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa”.
No pudo hacer allí ningún milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
Palabra del Señor
¿Qué sabemos sobre las escuelas en tiempos de Jesús?
A partir de la pregunta que se hacían los paisanos del Señor ¿Qué sabemos sobre las escuelas en tiempos de Jesús? El relato que leemos hoy, dentro del evangelio de San Marcos es uno más de los muchos conflictos que tuvo el Señor a lo largo de su ministerio, a saber, la incredulidad de sus paisanos por la familia a la que pertenecía ¿Dónde aprendió éste esas cosas? ¿De dónde le viene esa sabiduría? ¿No es este el hijo de José y de María? ¿No están aquí entre nosotros sus demás parientes? Esto nos lleva a considerar cómo se transmitían los conocimientos en el tiempo del Señor Jesús.
A partir de lo que leemos en los libros sapienciales del Antiguo Testamento, la primera educación era asunto de los papás y las mamás, “Escucha, hijo mío, la instrucción de tu padre, no olvides la enseñanza de tu madre” (Pr 1,8). Estos mismos libros suponen que fuera de la casa también había quienes podían enseñar cosas a los demás.
Con respecto a ellos previenen que no todo lo que se aprende en las plazas podría ser bueno (cfr. Pr 1,9-19). Fuera de la casa también se podía encontrar a la sabiduría, pues ella pregona desde las calles (cfr. Pr 1,21ss).
En cuanto a instancias ordinarias de educación, consta en los hallazgos arqueológicos del siglo primero de nuestra era que siempre junto a una sinagoga había una escuela que en hebreo se conoce como “casa de la interpretación”, puesto que era importante enseñar a todo varón a leer la Escritura e interpretarla correctamente. En Jerusalén se desarrollaron “escuelas” en torno a grandes maestros de la interpretación. Uno de los más celebres Hilel (70 aC A 10 dC) identificado como líder de la secta de los fariseos, él había sido alumno de otro gran maestro llamado Shamay (50 aC a 30 dC).
En los tiempos del Señor Gamaliel era un maestro a quien siguió San Pablo antes de su conversión y el libro de los Hechos de los apóstoles testimonia una intervención de este maestro de la Ley en favor de no perseguir más a los apóstoles de Jesús (cfr. Hch 5,34-39) ¿Dónde estudió Jesús? Podemos pensar en primer lugar en su propia casa, en la “casa de la interpretación” de su natal Nazareth. Pero el paso de ser un carpintero a ser predicador itinerante, podemos pensar que tuvo mucho que ver con la unción de Espíritu que recibió en su bautismo en el Jordán.
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