En aquel tiempo, se reunieron los fariseos para ver la manera de hacer caer a Jesús, con preguntas insidiosas, en algo de que pudieran acusarlo.
Le enviaron, pues, a algunos de sus secuaces, junto con algunos del partido de Herodes, para que le dijeran: “Maestro, sabemos que eres sincero y enseñas con verdad el camino de Dios, y que nada te arredra, porque no buscas el favor de nadie. Dinos, pues, qué piensas: ¿Es lícito o no pagar el tributo al César?”
Conociendo Jesús la malicia de sus intenciones, les contestó: “Hipócritas, ¿por qué tratan de sorprenderme? Enséñenme la moneda del tributo”. Ellos le presentaron una moneda. Jesús les preguntó: “¿De quién es esta imagen y esta inscripción?” Le respondieron: “Del César”. Y Jesús concluyó: “Den, pues, al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”.
¿Por qué dice el pasaje que querían poner a prueba a Jesús, haciéndole la pregunta sobre el
tributo al cesar?
En la lectura del Evangelio de San Mateo que hemos llevado a cabo durante todo este año, hemos llegado al tiempo en que el Señor desarrolló su ministerio en Jerusalén. Este tiempo se inició con la purificación del Templo (Mt 21, 12-17), continuó con algunos desencuentros con autoridades y algunas parábolas de juicio contra la hipocresía de los escribas y fariseos (Mt 23,1-36), para concluir con el discurso sobre el fin del mundo (Mt 24,1-25,46).
El texto del día de hoy corresponde a uno de los desencuentros. La trampa de la pregunta que le hicieron a Jesús sobre el pago del tributo al cesar radica en el antagonismo que existía entre el pueblo judío y el imperio romano.
Si Jesús declaraba, sin más, resistencia a pagar el tributo incurriría en el delito de sedición, por lo tanto, podrían acusarlo ante los romanos. Si declaraba estar dispuesto a pagar, entonces sería objeto de la crítica de los judíos por ser colaboracionista.
Lo más probable es que pensaban acusarlo de sedicioso, pues Jesús era un judío practicante. Por otra parte, Jesús les hace un reproche: “hipócritas ¿Por qué tratan de sorprenderme?…” esta es una clave importante del juicio de Jesús contra las autoridades, el haberse rendido a la hipocresía. Es verdad que entre los judíos se ponía a prueba a las personas haciéndoles preguntas, con el fin de comprobar sus conocimientos y su sabiduría. Pero este no era el caso, tan solo buscaban cómo poder culparlo.
Mons. Salvador Martínez Ávila es biblista y Rector de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe.
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