Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios; decía:
«Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».
Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores.
Jesús les dijo:
«Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres».
Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron.
Predicación itinerante y la convocatoria a los discípulos
En los primeros domingos del tiempo ordinario nos encontramos con los relatos de inicios del ministerio de Nuestro Señor Jesucristo. Este inicio se caracteriza por dos actividades realizadas por Jesús. La primera de ellas: es la predicación itinerante en las sinagogas de la región de Galilea y la segunda es la convocatoria de algunos discípulos en torno al lago de Genesareth.
Ambas actividades están testimoniadas en el texto que leemos el día de hoy. En su predicación itinerante Jesús también solía realizar signos poderosos, como la sanación de algunos enfermos o la liberación de personas poseídas. En cuanto al contenido de su predicación vemos que el Señor continúa la temática asumida por el bautista, a saber, el llamado a la conversión.
La predicación que llama al pueblo a la conversión fue una de las temáticas preferidas de los profetas en el Antiguo Testamento.
El libro de Isaías dedica cinco capítulos de oráculos de denuncia como llamado a la conversión antes de hablar de su visión de Dios y la narración de su propio envío. El profeta Amós casi dedica todo su libro a oráculos de denuncia y anuncio de desgracias para provocar la conversión del pueblo. Al predicar la conversión, Jesús se coloca en la vertiente profética típica de su pueblo. Pero Nuestro Señor va más allá, el texto nos habla de un llamado a aceptar el Evangelio. Los evangelios eran los anuncios que pregonaban los enviados de los reyes para avisar al pueblo el inicio de su gobierno, en este sentido es completamente coherente Jesús que inicia su predicación diciendo: “el Reino de Dios ya está cerca…”.
Si vemos más adelante en los relatos evangélicos la predicación del Señor se dedicará más a hablar de los misterios del Reino de los cielos que a predicar la necesidad de la conversión, aunque de hecho nunca dejó de invitar a quienes sanaba o perdonaba a no volver a pecar (cfr. Jn 5,14; 8,11).
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