En aquel tiempo, vio Jesús al pasar a un hombre llamado Mateo, sentado al mostrador de los impuestos, y le dijo: “Sígueme.” Él se levantó y lo siguió. Y, estando en la mesa en casa de Mateo, muchos publicanos y pecadores, que habían acudido, se sentaron con Jesús y sus discípulos. Los fariseos, al verlo, preguntaron a los discípulos: “¿Cómo es que nuestro maestro come con publicanos y pecadores?”
Jesús lo oyó y dijo: “No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. Anden, aprendan lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios”: que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.”
¿Qué encierra la frase: ‘misericordia, no sacrificios’?
Este domingo regresamos a la lectura continuada del Evangelio de san Mateo, que quedó interrumpida por el inicio de la cuaresma hace unos meses. El escenario en que nos situamos, es el ministerio de nuestro Señor Jesucristo en Galilea, y específicamente el texto que leemos hoy nos narra la vocación de Mateo y la convivencia de Jesús con los pecadores en la población de Cafarnaúm.
Ante dicha circunstancia, Jesús recibe la crítica de los fariseos, quienes plantean la pregunta a los discípulos: “¿por qué come su maestro con pecadores y publicanos?”. La suposición de los grupos observantes de la ley de Moisés, es que al interactuar con personas que se encuentran en pecado, el hombre justo queda impuro (cfr. Lc 7,39).
Sin embargo, Jesús propone una dinámica diametralmente opuesta: el mal se contagia, pero con mayor razón la salud y la salvación, y por este motivo dice: “no son los sanos los que necesitan médico, sino los enfermos”.
Jesús, acto seguido, indica cuál es el método para ejercer la sanación de las personas: “vayan y aprendan lo que significa: ‘misericordia quiero y no sacrificios’, frase que proviene del profeta Oseas (os 6,6) y se complementa con esta otra frase en paralelismo: “conocimiento de dios más que holocaustos”.
Con este paralelismo el profeta critica a los que piensan que solucionan su relación con Dios haciendo actos de culto, olvidándose de cumplir con los preceptos de la alianza, sobre todo aquellos concernientes al buen trato, o al menos al trato justo a los demás.
Así como en la vida cotidiana sería un despropósito que un médico se rehusara a atender a los enfermos, Jesús considera que sería igualmente un absurdo si aquellos que tienen la función de conducir al pueblo en lo religioso lo abandonaran y no se dedicaran a procurar la conversión de los pecadores. Por este motivo los insta a comprender el sentido de la frase “misericordia quiero y no sacrificios”, en lugar de dedicarse a criticarlo.
Más artículos del autor: Evangelio 26 de marzo 2023: ¿Qué nos enseña Jesús en este rarísimo pasaje?
Mons. Salvador Martínez es rector de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe.
Correo electrónico: scmsmtz7@gmail.com
Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
El feminismo, una corriente filosófica y social que busca la igualdad de derechos y oportunidades…
“Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de…
El 29 de diciembre iniciaremos el Año Jubilar 2025 en las diócesis del mundo, con…
Lo que empezó en los años 20 del siglo pasado como una causa homicida, al…
‘¡Viva Cristo Rey!’ Hagamos nuestra esta frase, no como grito de guerra, sino como expresión…
El Vaticano publicó la segunda edición del libro litúrgico que contiene las instrucciones relacionadas con…
Esta web usa cookies.