Muchos han tratado de escribir la historia de las cosas que pasaron entre nosotros, tal y como nos las transmitieron los que las vieron desde el principio y que ayudaron en la predicación. Yo también, ilustre Teófilo, después de haberme informado minuciosamente de todo, desde sus principios, pensé escribírtelo por orden, para que veas la verdad de lo que se te ha enseñado. (Después de que Jesús fue tentado por el demonio en el desierto), impulsado por el Espíritu, volvió a Galilea. Iba enseñando en las sinagogas; todos lo alababan y su fama se extendió por toda la región. Fue también a Nazaret, donde se había criado. Entró en la sinagoga, como era su costumbre hacerlo los sábados, y se levantó para hacer la lectura. Se le dio el volumen del profeta Isaías, lo desenrolló y encontró el pasaje en que estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para llevar a los pobres la Buena Nueva, para anunciar la liberación a los cautivos y la curación a los ciegos, para dar libertad a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor. Enrolló el volumen, lo devolvió al encargado y se sentó. Los ojos de todos los asistentes a la sinagoga estaban fijos en él. Entonces comenzó a hablar, diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. (Lc 1, 1-4; 4, 14-21).
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¿Por qué el Evangelio de san Lucas nos narra la visita de Jesús a su tierra al inicio del ministerio en Galilea mientras que los otros evangelios hablan de Él más adelante en su ministerio?
Todos los evangelistas concuerdan en que Jesús inició su vida pública después de haber sido bautizado por Juan Bautista en el Jordán. Los tres evangelistas sinópticos, a saber, san Mateo, san Marcos y san Lucas, nos narran el tiempo de prueba que vivió en el desierto. Sin embargo, san Mateo y san Marcos de inmediato nos ubican a Jesús en Cafarnaum, donde narran los primeros episodios de su vida pública.
San Lucas, por su parte nos da un breve resumen en los primeros párrafos de la lectura que hemos escuchado el día de hoy. De inmediato nos coloca en la ciudad de origen del Señor. Es algo particular de su relato, la cita del texto que leyó el Señor en la sinagoga que corresponde al libro de Isaías (61,1-2). Los otros evangelistas solamente nos comunican de forma genérica que Jesús predicó en la sinagoga y todos se maravillaban de los conocimientos que expresaba, preguntándose: “¿no es este el hijo de José, el carpintero?”.
El relato de san Lucas mucho más pormenorizado también da lugar al breve discurso de Jesús donde se aplica a sí mismo el cumplimiento de la profecía de Isaías. Por lo tanto, este pasaje sirve al evangelista para darnos a conocer el discurso programático de Jesús. El ministerio de Jesús en Galilea forma parte de un programa bien definido, no fue desarrollándose ‘al acaso’.
Jesús, ungido por el Espíritu Santo desde su Bautismo en el Jordán, se avoca al servicio de los enfermos, pobres y encarcelados para hacer presente la salvación que Dios les tiene preparada. Se inicia con él un tiempo especial de gracia, de reconciliación para todos. Los tres evangelios sinópticos vuelven a concordar en el hecho de que Jesús tuvo poco éxito en su propia tierra.
Pero es el Evangelio de san Lucas el que aporta una escena bastante dramática al comunicarnos que las personas querían arrojar a Jesús por la orilla de la colina sobre la que estaba construida la ciudad.
Entonces podemos concluir que san Lucas consideró que el evento de Jesús en la sinagoga de Nazaret sirvió como ocasión para que Él expresara su proyecto y también nos diera la primera muestra de rechazo a su misión.
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