Para hablar de cómo era Jesús con sus amigos leamos este pasaje del evangelio:
En aquel tiempo, entró Jesús en un poblado, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa. Ella tenía una hermana, llamada María, la cual se sentó a los pies de Jesús y se puso a escuchar su palabra. Marta, entre tanto, se afanaba en diversos quehaceres, hasta que, acercándose a Jesús, le dijo: “Señor, ¿no te has dado cuenta de que mi hermana me ha dejado sola con todo el quehacer? Dile que me ayude”. El Señor le respondió: “Marta, Marta, muchas cosas te preocupan y te inquietan, siendo así que una sola es necesaria. María escogió la mejor parte y nadie se la quitará”.
La amistad es uno de los más importantes en la vida y ministerio de Nuestro Señor Jesucristo.
Lo primero que debemos notar es que Jesús, como judío del siglo primero, vivía en un contexto muy sólido de vida comunitaria desde su familia y dentro de su pertenencia al pueblo judío. En Palestina se vivía en pueblos de judíos, se viajaba en caravanas de judíos y la identidad nacional tenía como ingrediente básico su fe monoteísta y anclada en la Alianza con Dios expresada en la Ley de Moisés.
Es el ejercicio concreto del amor (filia) “nadie tiene mayor amor que este, dar la vida por los amigos”. Otras características importantes que siguen a esta afirmación las pueden ver en Juan 15,12-17. Tenía amigos y amigas (Lc 8,21-24) y la dinámica de convivencia era intensa dentro del estilo maestro discípulos.
Si estaban en la ciudad de Cafarnaúm se visitaban en sus casas (Mc 1,29), si estaban de viaje compartían los alimentos y pernoctaban al estilo de las caravanas (Mc 6,35).
Jesús usó uno de los signos más importantes de confianza para generar amistades, a saber, dejarse invitar a comer, visitar a las personas en sus casas. Así lo hizo con el publicano Mateo (Mc 2,15-20) y con otro publicano llamado Zaqueo (Lc 19,1-10). Así lo hizo con el fariseo Simón (Lc 7,36-50). Así lo vemos en el relato de hoy con Marta y María que, muy probablemente, contaban con un hermano llamado Lázaro (Jn 11, 1-11) .
Incluso aceptó el riesgo de ser llamado glotón y dado al vino (Mt 11,19). Ahora bien, en lo que respecta al relato de la visita de Jesús a Marta y María, nos encontramos en la etapa de subida de Jesús hacia Jerusalén y por tanto es relevante la enseñanza que el Señor da a Marta: Pocas cosas en la vida son importantes, una sola es necesaria y Marta vive conflictuada innecesariamente.
María, su hermana, ha elegido estar con Jesús, esa es la mejor parte y nadie se la quitará. Dentro del mismo contexto Jesús rechaza que Marta quiera trasladar su enojo a Él, pues pretendía que Él reprendiera a su hermana por dejarla sola con el quehacer. Jesús detuvo esta forma de proceder y guía mejor a Marta.
Para concluir, podemos ver que la amistad con Jesús no es solamente intercambio de simpatías, es una forma de vivir en relación con Jesús y de crecer gracias al trato de cercanía con él.
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