El periódico El Universal (07.06.23) solicitó al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) información sobre las denuncias de robo de arte sacro en el país de 2015 a 2023.
De la respuesta a la solicitud se obtiene que en ese período hubo 29 denuncias que se concentran en siete estados: Puebla (7); San Luis Potosí (5); Tlaxcala (5); Guanajuato (4); Estado de México (4); Zacatecas (3) y Michoacán (1).
De Puebla, el estado con más robos, el informe no detalla los años de los huertos y tampoco describe las piezas que se sustrajeron. Se afirma que cinco denuncias fueron resueltas y dos están en proceso.
En el caso de Tlaxcala se dice que hubo robos en 2017, 2021 y 2022 con dos denuncias en cada uno de estos años. No hay más información. De las tres denuncias de Zacatecas se asegura que están en carpeta de investigación.
De las cuatro denuncias de robo en 2015 y 2023, en el Estado de México, se reconoce que ninguna ha sido resuelta. El robo de una imagen en la iglesia de san Jerónimo, en Purenchecuaro, Michoacán, está en carpeta de investigación.
El informe dice que en 2016, de la iglesia de san Isidro Labrador, San Luis de La Paz, se robaron un óleo y dos campanas, que luego aparecieron en una camioneta y fueron devueltas a la iglesia.
En 2017 de la iglesia de san Isidro Labrador en san Miguel Allende se robaron un óleo, dos imágenes de Cristo grandes, una cruz con relicario, un Crucifijo del siglo XIX y una naveta. Las piezas no han aparecido.
Y en 2018 de la iglesia de san Antonio de Padua, Celaya, se robaron un óleo. Ese mismo año en la iglesia de Begonia, municipio de Doctor Mora, Guanajuato, hurtaron dos campanas. Los objetos no se han encontrado.
En 2021, de la iglesia de san Francisco de Asís, San Luis Potosí, se robaron siete óleos, que estaban en una bodega, uno de ellos obra de Miguel Cabrera. En ese mismo estado en 2022, de la iglesia de san José de Bledos, Villa de Reyes, hurtaron dos esculturas. No hay información sobre el paradero de las piezas.
El INAH en el informe añade que en 2022 se recuperó la escultura de san Antonio de Padua robada en Morelos en 2002. Esta apareció en Dallas, Texas, y ha sido devuelta a México.
Javier Martínez Burgos, académico de la Facultad de Arquitectura de la UNAM y exdirector del Departamento de Bienes Culturales del Patrimonio Universitario, plantea que desde hace más de 40 años el robo de arte sacro está ligado a la acción del crimen organizado.
Los responsables de estos robos conocen del arte sacro y hacen estos por encargo, para después venderlos a coleccionistas en el país o el extranjero.
En versión de Alfonso Miranda, director del Museo Soumaya, el robo del arte sacro virreinal responde en buena medida a la falta de interés de las autoridades de proteger este patrimonio.
Los especialistas consideran que es fundamental para frenar este robo, entre otras cosas, construir una base de datos nacional con el registro de todas las obras. No lo hay y urge que se elabore.
*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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