El pasado viernes 24 de octubre, el papa León XIV ( ) se reunió con los provinciales de la Compañía de Jesús en el mundo en el marco de un encuentro que estos realizan en Roma, Itaia, presidido por el padre general el venezolano Arturo Sosa, que tiene como propósito discernir nuevas formas de vida apostólica.
En este encuntro el papa les dijo que “vivimos en lo que muchos describen como un cambio de época, una edad marcada por rápidos cambios en la cultura, la economía, la tecnología y la política. En particular, la inteligencia artificial y otras innovaciones están remodelando nuestra comprensión del trabajo y las relaciones, e incluso planteando preguntas sobre la identidad humana.
Y añadió que “la degradación ecológica amenaza nuestro hogar común. Los sistemas políticos a menudo no responden a los gritos de los pobres. El populismo y la polarización ideológica profundizan las divisiones dentro y entre las naciones. Muchos se ven afectados por el consumismo, el individualismo y la indiferencia”.
En el marco de esta realidad, la Iglesia necesita a los jesuitas “en las fronteras, ya sean geográficas, culturales, intelectuales o espirituales. Estos son lugares de riesgo, donde los mapas familiares ya no son suficientes. Allí, como Ignacio y los mártires jesuitas que lo siguieron, estás llamado a discernir, innovar y confiar en Cristo”.
El papa planteó a los jesuitas cinco fronteras en las que, la Iglesia necesita que se hagan presentes: El camino de la sinodalidad; la reconciliación y la justicia, especialmente en un mundo desgarrado por el conflicto, la desigualdad y el abuso; la tecnología, especialmente la inteligencia artificial. La Iglesia debe ayudar a guiar estos desarrollos éticamente, defendiendo la dignidad humana y promoviendo el bien común.
Y les planteó, que las Preferencias Apostólicas Universales de la Compañía de Jesús, que el Papa Francisco confirmó en 2019, son parte de las fronteras, y se traducen en cuatro preferencias: Mostrar el camino a Dios a través de los Ejercicios Espirituales y el discernimiento, que responde al profundo anhelo del corazón humano; caminar con los pobres, los marginados del mundo y aquellos cuya dignidad ha sido violada; acompañar a los jóvenes hacia un futuro lleno de esperanza; cuidar nuestro hogar común, que responde a un grito que es a la vez humano y divino.
El papa, al final de su intervención, subrayo: “Mi esperanza para la Compañía de Jesús es que pueda leer los signos de los tiempos con profundidad espiritual; que los jesuitas abracen lo que promueve la dignidad humana y rechacen lo que la disminuye; que sean ágil, creativos, disciernan y siempre en misión, “in fieri”, como dijo el Papa Francisco en tu última Congregación General (…) Que el Señor les lleve a las fronteras de hoy y más allá, renovando la Iglesia y construyendo un Reino de justicia, amor y verdad”.
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