El 20 de junio de 2022, dentro de la iglesia de Cerocahui, municipio de Urique, en la sierra Tarahumara en Chihuahua, fueron asesinados los padres jesuitas Javier Campos Morales y Joaquín Mora Salazar.
En junio de 1969, Javier, a quien decían El Gallo, en la misión de Chinatú, en la sierra Tarahumara, terminó sus dos años de magisterio, cuarta etapa de la formación jesuita, para regresar a la Ciudad de México y comenzar sus estudios de teología, la quinta etapa.
Yo había terminado los dos años del Juniorado, la segunda etapa, en Puente Grande, Jalisco y antes de iniciar los estudios de filosofía, la tercera etapa, en la Ciudad de México, me enviaron a la misión de Chinatú, por dos meses.
Junto con Carlos Reynoso, otro junior, íbamos a suplir a los maestrillos mientras llegaban los nuevos y hacer otras tareas en la misión. Ahí me encontré con Javier y con Armando Alvarado, El Cabezón, otro maestrillo.
En septiembre de 1969 en San Ángel, en el filosofado y teologado de la Provincia de la Compañía de Jesús en México, Javier inició la teología y yo la filosofía. Ahí nos volvimos a encontrar.
Javier nació el 13 de febrero de 1943 en la Ciudad de México. Durante su niñez y adolescencia vivió en Monterrey, Nuevo León y en el bachillerato ingresó al Instituto de Ciencias en Guadalajara, Jalisco, colegio de los jesuitas.
El 14 de agosto de 1959, a los 16 años, entra al noviciado de la Provincia Sur de la Compañía de Jesús en Puente Grande, Jalisco. Después de hacer votos perpetuos de pobreza, castidad y obediencia ahí mismo inicia el juniorado.
Al término de estos viene a la Ciudad de México a realizar sus estudios de filosofía, de 1963 a 1966, y luego va a Chinatú a hacer sus dos años de magisterio. En 1969 regresa a la Ciudad de México, para comenzar sus estudios de teología. Se ordena sacerdote el 8 de julio de 1972 y realiza el cuarto año de teología ya ordenado.
Al término de estos estudios, sus superiores lo envían a la sierra Tarahumara donde de 1974 a 1983, en Norogachi, se desempeña como superior local y vicario pastoral y episcopal. En ese mismo tiempo es párroco de Guachochi.
De 1987 a 1999 es párroco en Chinatú, donde había sido maestrillo, y de Cerocahui de 1996 a 2016, para regresar en 2019 hasta su asesinato en 2022, aquí era párroco y superior de la comunidad.
Al momento de su asesinato fungía como vicario de Pastoral Indígena de la Diócesis de la Tarahumara y Asesor Regional de las Comunidades Eclesiales de Base (CEB’S) en la sierra donde vivió y trabajó 51 años.
Javier hablaba el rarámuri y tenía un profundo conocimiento de esta cultura. De manera constante viajó y caminó por la sierra Tarahumara a la que conocía como pocos.
Un año antes de su asesinato, en junio de 2021, mi familia y yo cenamos en Cerocahui en casa de los jesuitas, estaban todos los integrantes de la comunidad.
Esa noche Javier habló largo de la cultura rarámuri, de su lengua, y también de la realidad de la sierra Tarahumara, de la presencia del crimen organizado y de la Guardia Nacional (GN).
El 20 de junio de 2022, a la iglesia que atienden los jesuitas en Cerocahui ingresa herido Pedro Eliodoro, guía de turista, que huía de un grupo del crimen organizado que lo quería matar.
Javier y Joaquín Mora, al oír el ruido, salen de la casa de comunidad, a un lado de la iglesia, y entran a ella. Prestan ayuda al herido y entonces, quien lo quiere matar también asesina a los padres.
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