En la elección del próximo primero de junio para elegir a los integrantes de un Poder Judicial, que en el futuro estará controlado por el Poder Ejecutivo, no voy a votar y hago una invitación a quien nadie lo haga.
Las razones son muchas, algunas ya las he hecho públicas en artículos publicados en periódicos, en portales y en programas de radio y televisión. Las comparto:
En ningún país del mundo se eligen a todos los jueces por la vía de una elección directa. A partir del primero de junio, México será el único. Las democracias más desarrolladas y de más larga tradición, como Suecia, Dinamarca o Noruega, solo para porner ejemplos, no lo hacen, precisamente porque son sociedades profundamente democráticas.
Este ejercio en México, aunque la presidenta Shinbaum y su gobieno lo quieran hacer pasar como algo excepcionalmente democártico y único en el mundo, es exactamente lo más antidemocrático, al darle al Poder Ejecutivo el control del Poder Judicial. A partir de esta elección el Poder Judicial habrá muerto como un poder autónomo.
La realidad es que en todos los países realmente democráticos, el nuestro camina en no serlo y convertirse en una dictadura constitucional de partido, los integrantes del Poder Judicial se deben a la Constitución y las leyes que de ella emanen y no del voto popular. En México, después del primero de junio los jueces ya no van a responder a la Constitución sino al partido y a los poderes fácticos que los hicieron ganar.
*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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