Todos sabemos que se gastaron miles de millones pesos durante el sexenio anterior, en una obra totalmente innecesaria como es el tren maya y, además, altamente destructiva para la selva de la península de Yucatán junto a su sistema natural subterráneo de cavernas de agua conocidos como los cenotes, afectando el equilibrio ecológico y el hábitat de la fauna de todo ese territorio. Pudo más el capricho de una persona necia e ignorante que todas las advertencias de los expertos y las opiniones de las organizaciones civiles de protección al medio ambiente. Qué pena el Ejercito Mexicano se haya prestado a este despropósito.
Mientras tanto, se descuidó totalmente el sistema nacional de caminos, carreteras y autopistas, generando el deterioro de miles de kilómetros de la red de comunicación en todo el país. Basta ver las condiciones deplorables de las autopistas que comunican la capital del país en todas las direcciones, para imaginar cómo están el resto de las vías de comunicación en todo México.
Hay dos fenómenos constantes que han provocado un atraso en el desarrollo económico de México y una desconfianza para nuevas inversiones extranjeras en nuestro país. El primero, la inseguridad en las carreteras. El crimen organizado se ha posesionado de todas nuestras autopistas ante la complacencia de las autoridades federales y estatales. Es constante el robo de tráileres a plena luz del día y en los caminos que unen ciudades tan importantes como Ciudad de México, Querétaro, Puebla, Guadalajara, Monterrey, Veracruz y toda la frontera norte. Los lugares de asaltos para automovilistas y autotransportes son ampliamente conocidos, las autoridades como siempre, brillan por su ausencia. ¿Para qué sirve la Guardia Nacional con sus más cien mil efectivos si no pueden vigilar lo más básico como son las muy transitadas autopistas del país? ¿No puede haber una buena estrategia que garantice la libertad y seguridad para la movilidad ciudadana?
El segundo elemento que explica nuestro atraso en la comunicación comercial y turística es la insuficiencia de los caminos. Mientras crece la población y las ciudades, los caminos se quedan igual que hace 20 años. Una vez más, tuvimos un sexenio sin el crecimiento necesario en las obras de comunicación. La ciudad de México y el entorno metropolitano, por ejemplo, no contó con ninguna obra para mejorar la vialidad durante todo el sexenio de la Dra. Sheinbaum y sí dejó las calles y caminos en total descuido para una mejor vialidad.
Cuando el presupuesto no responde a las necesidades reales del país y no está al servicio de los ciudadanos sino de los caprichos de los gobernantes, suceden estos desastres que ahora será mucho más costoso solucionar.
*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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