Una de las notas más características del gobierno que concluyó en septiembre fue la constante contradicción entre las palabras y los hechos. Siempre afirmando que era defensor de la democracia y acabó golpeando nuestra incipiente democracia como ningún otro en los últimos 30 años. Siempre hablando que su estrategia de seguridad era la mejor, y los resultados hablan en sentido contrario, dejando un saldo de casi 200 mil mexicanos asesinados en el ambiente criminal, mucho más que países en guerra.

Siempre presumiendo que tendríamos un servicio de salud como el mejor del mundo, y después de seis años no sólo fuimos el peor del mundo en el manejo de la pandemia con miles de víctimas entre médicos y enfermeras, y casi un millón de mexicanos que perdieron la vida. Siempre hablando de austeridad y dejó una deuda histórica, dejando unas finanzas públicas sin ahorros y sin posibilidades de crecimiento a mediano plazo.

El gobierno de la primera mujer en la Presidencia está siguiendo los mismos pasos y las mismas recetas: decir una cosa y hacer otra. Es la fórmula de los populistas que manipulan a los más sencillos con promesas que no se reflejan en la realidad.

Cómo es posible que se siga sosteniendo que la reforma constitucional al Poder Judicial es para acabar con la corrupción y para que el pueblo elija a los jueces. Lo que se está realizando es destruir la autonomía el Poder Judicial para hacer más grande la corrupción y poner en el control del gobierno la elección a modo de todo el sistema judicial.

Cómo es posible que se diga que la democracia se está fortaleciendo cuando el propio gobierno, Poder Ejecutivo y Congreso, llegó violando todas las leyes democráticas y en el Congreso se están dinamitando, con una mayoría ilegítima, todos los organismos que daban estabilidad a nuestra democracia, comenzando por el Instituto Nacional Electoral.

Cómo es posible que se autodenominen “el gobierno del pueblo”, ignorando a más del 70 por ciento del pueblo mexicano que no comparte las medidas populistas tantas veces fracasadas.

Es tiempo que la primera mujer en la presidencia de la República muestre su temple tomando distancia de las mentiras del gobierno pasado y reconozca la realidad para reconstruir el país en todos los aspectos que están en la ruina: la inseguridad, la violencia criminal, el deteriorado sistema de salud, la educación contaminada de ideología, las finanzas públicas debilitadas y, sobre todo, una nueva relación de unidad y concordia con todo el pueblo mexicano.

*Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

Pbro. Mario Ángel Flores

Comisionado de la Doctrina de la Fe en la Arquidiócesis Primada de México y miembro de la Comisión Teológica Internacional (CTI). Es director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano y fue rector de la Universidad Pontificia de México, cargo que ocupó durante tres trienios.

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