El partido en el gobierno, con el presidente de la República al frente, ha iniciado el proceso electoral para la elección de 2024, con cinco meses de anticipación, violando las leyes electorales vigentes que claramente señalan los tiempos en que deben comenzar las precampañas electorales, es decir, la tercera semana de noviembre.
No nos extraña la actitud del actual Jefe del Ejecutivo que siempre se ha manejado al margen de la ley con maniobras fraudulentas y tramposas para alcanzar sus fines, tal como ahora lo hace nuevamente, lanzado a su partido para elegir por encuestas al aspirante a coordinar los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación, como una falacia para darle vuelta a las leyes. Efectivamente, en el ánimo de todos los contendientes está muy claro que se está eligiendo al precandidato o candidato a la presidencia de la República del partido en el gobierno.
No nos extraña tampoco la sumisa complicidad de todos los simpatizantes en esta “gran simulación”, como le han llamado algunos analistas políticos, donde todos, desde los dirigentes del partido y sus partidos aliados, sus integrantes en el Congreso y, por supuesto, los aspirantes a ganar en la contienda, han echado a andar la gran maquinaria de promoción y propaganda con evidente derroche de recursos económicos por toda la República, un elemento más de la falta de legalidad en el proceso nacional que debe realizarse con equidad en todos las etapas de la contienda.
Lo que sí podría extrañarnos es el silencio de las fuerzas políticas de oposición ante estos atropellos, igualmente la ausencia de los organismos ciudadanos que dedican sus esfuerzos a vigilar y proteger la democracia del país, o bien la falta de visión crítica de los medios de comunicación, pero lo que más podría extrañarnos sería la inacción o lentitud del Instituto Nacional Electoral o el Tribunal Federal Electoral frente a las denuncias y demandas presentadas en tiempo y forma.
Frente a todas estas irregularidades, que nos hablan de un mal inicio, solo queda confiar plenamente en la conciencia y la madurez de la ciudadanía cuando, llegado el momento, defina el futuro del país con su voto libre y secreto en las urnas, para un buen término.
Más artículos del autor: El Pacto Educativo en México
P. Mario Ángel Flores Ramos es Director de la Doctrina de la Fe en el Arzobispado de México; Director del Observatorio Nacional de la Conferencia del Episcopado Mexicano, Miembro de la Comisión Teológica Internacional que asesora al Papa y Consultor del Dicasterio para la Cultura y la Educación en la Curia Romana.
*Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.
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