En aquel tiempo, dijo Jesús: “Mis ovejas escuchan mi voz, y Yo las conozco, y ellas me siguen, y Yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno” (Jn.10,27-30)
Ser cristiano va mucho más allá de cumplir una serie de preceptos; no es mucho menos, adoptar una ideología o una moralidad. Justamente, en este domingo, bajo la perspectiva del evangelista san Juan, ser cristiano conlleva: ESCUCHAR, CONOCER Y SEGUIR al Buen Pastor: “Mis ovejas ESCUCHAN mi voz, yo las conozco y ellas me siguen”.
ESCUCHAR: Este es un verbo preferido en la Sagrada Escritura; de hecho, algunos biblistas, como el italiano Gianfranco Ravasi, expresan que, la caída de nuestros primeros padres consistió en la “no escucha”: “la mujer y el hombre dejaron a un lado la voz de Dios para escuchar la voz de un extraño”. Otro texto que ilustra la importancia de la “escucha” es la entrega del “Decálogo”, que inicia con el célebre “Shemá”: “Escucha Israel: Yahvé nuestro Dios es el único” (Dt 6,4). Y, un último texto, es el pasaje en el que Salomón lejos de pedirle a Dios una larga vida o riquezas, le solicite un corazón que escuche: “Concede, pues, a tu siervo, un corazón que escuche para juzgar a tu pueblo, y discernir entre el bien y el mal”. La escucha es la unión a través de la cual Dios atrae hacia sí al hombre.
CONOCER: este verbo ha significado desde el Antiguo Testamento una relación de intimidad; de hecho, es el mismo matiz que utiliza san Juan, con la particularidad que, “conocer” y “amor” crecen juntamente, por lo que es difícil decir, si el amor es fruto del conocimiento o el conocimiento es fruto del amor.
SEGUIR: es un verbo de movimiento que implica una “libertad interior”, a saber, el abandono de las propias seguridades para ir detrás de Jesús.
El Papa Francisco expresaba que, “el Buen Pastor no puede estar lejos de su pueblo y esa es la señal de un buen pastor: la cercanía”. Con este domingo, estamos a la mitad del itinerario pascual, en el que somos invitados a participar de esta cercanía del Buen Pastor, quien tomando nuestra fragilidad como la oveja perdida, nos ha reconciliado con el Padre, otorgándonos el don inigualable de ser hijos. Por lo que, “escuchar”, “conocer” y “seguir” son verbos que nos introducen en esta vivencia filial sabiendo que Él dio su vida por ti y por mí, para formar un “nosotros” (rebaño).
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