Estas son las Lecturas, el Salmo y el Evangelio de la Misa dominical del 28 de julio 2024. ¡Conócelas!
En aquellos días, uno de Baal-Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja.
Eliseo dijo: “Dáselos a la gente, que coman”.
El criado replicó: “¿Qué hago yo con esto para cien personas?”.
Eliseo insistió: “Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará”.
Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.
Palabra de Dios.
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R/. Abres tú la mano, Señor,
y nos sacias.
Que todas tus criaturas te den gracias,
Señor, que te bendigan tus fieles;
que proclamen la gloria de tu reinado,
que hablen de tus hazañas. R/.
Los ojos de todos te están aguardando,
tú les das la comida a su tiempo;
abres tú la mano,
y sacias de favores a todo viviente. R/.
El Señor es justo en todos sus caminos,
acerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente. R/.
Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.
Palabra de Dios
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos.
Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: “¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?”. Lo decía para tentarlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe contestó: “Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo”.
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; ¿pero, qué es eso para tantos?”.
Jesús dijo: “Decid a la gente que se siente en el suelo”.
Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: “Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie”.
Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido.
La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: “Éste sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo”.
Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Palabra del Señor.
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