Evangelio 9 de julio 2023: “Vengan a mí, yo les daré alivio”

Evangelio 9 de julio 2023, según San Mateo (Mt 11, 25-3)

En aquel tiempo, Jesús exclamó: “¡Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a la gente sencilla! Gracias, Padre, porque así te ha parecido bien.El Padre ha puesto todas las cosas en mis manos. Nadie conoce al Hijo sino el Padre; nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar.Vengan a mí, todos los que están fatigados y agobiados por la carga y yo les daré alivio. Tomen mi yugo sobre ustedes y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontrarán descanso, porque mi yugo es suave y mi carga, ligera”.

Evangelio 9 de julio 2023: Aprender a ser mansos y humildes de corazón

El texto que corresponde a este domingo está enmarcado en un contexto de rechazo. En efecto, anteriormente Mateo ha descrito el rechazo que Jesús padece de parte de las ciudades prósperas del lago de Tiberiades, Corazain, Betsaida y Cafarnaúm. Los versículos del texto que continuarán, ahora mostrarán el rechazo de las clases intelectuales y religiosas.

De modo que, ante estos dos movimientos negativos, surge esta oración de Jesús formada por antítesis de quien se siente autosuficiente. Por tanto, esta oración es una alabanza al Padre, y a su vez, una invitación al creyente-lector para hacerse pequeño y humilde.

Generalmente, esta oración se comprende en tres partes, a saber:

a)El agradecimiento (gracias, Padre): los doctos en tiempos de Jesús eran los escribas, doctores de la ley y fariseos. El misterio del reino no era, por tanto, accesible para todos; así, este agradecimiento muestra que el proyecto de Dios es revelado y otorgado a quien se presenta con la sabiduría de la pequeñez y la humildad.

b) El contenido de la revelación: Jesús es el único que revela plenamente el rostro del Padre. Reconocerlo como el Señor permite disfrutar una experiencia nueva en Dios.

c) La invitación-llamada (tomen mi yugo sobre ustedes). El yugo era una imagen utilizada para mostrar la relación entre el dueño y el esclavo; más tarde, tendrá un aspecto positivo, en el que se habla de la relación maestro-discípulo. Tomar su yugo quiere dar a entender la relación íntima con Dios en el Hijo, que permite captar lo esencial de la vida en una óptica de amor.

¿Cómo podemos aplicar esto en nuestra vida?

Romano Guardini, teólogo alemán, explicó que la verdadera humildad consiste en un “saber inclinarse hacia el otro”. Por ejemplo, san Francisco de Asís vivió la humildad en este saber inclinarse “reverentemente hacia los pobres”; no porque se sintiera superior respecto a ellos, sino porque captaba y se dejaba persuadir por Dios, quien se inclina para mostrar su misericordia y amor. Y desde este abajamiento, san Francisco tomaba conciencia de su propia pequeñez, que suscitaba en él asistir y acompañar a los más pequeños.

Desde el punto de vista discipular, la humildad y la pequeñez tienen su centro y su culmen en Cristo mismo. Por eso, las palabras del evangelio: “Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt 11,29). “Y en su última cena se arrodilló ante sus apóstoles y les lavó los pies, no para ‘degradarse’ a sí mismo, sino para revelar a los suyos el misterio divino de la humildad”. (Romano Guardini).

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