En su libro Solo el que ama canta, Josef Pieper nos regala esta frase: “La capacidad del hombre para ver está en decadencia. Aquellos que hoy en día se preocupan por la cultura y la educación experimentarán este hecho una y otra vez. No queremos decir aquí, por supuesto, la sensibilidad fisiológica del ojo humano. Nos referimos a la capacidad espiritual para percibir la realidad visible tal como es en realidad”.
Vivimos en la era en que lo virtual es más real que lo real. Para los millennials y la generación Z, ver significa atisbar a través de una pantalla imágenes en movimiento; imágenes suministradas por otro, que no empujan ni a pensar ni a profundizar.
Lo que les rodea se reduce y se vacía. No hay nada en el fondo. No hay fondo. Las cosas (y los hombres) son meras representaciones, sombras a las que puedo, si quiero (como en el Facebook), borrar.
Eso nos ha llevado a otro tipo de ceguera. La ceguera de los valores. Wilde decía que la necedad era saber el valor de nada y el precio de todo. Si todo es imagen, representación, ausencia, todo es manipulable. Es mi antojo el que funda la realidad. Sólo existe mi deseo. Tenemos que aprender a ver de nuevo. Y para ver de nuevo, no hay otra, se aprende leyendo.
*Jaime Septién es periodista y director del periódico católico El Observador de la actualidad.
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