En este tiempo de Adviento, recuerdo con especial emoción una Pastorela que narra la historia de un pastorcito que ilusionado preparó muchos regalos para ir a adorar al Niño; pero los fue obsequiando a diferentes personas a lo largo del camino a Belén, Así que dio el queso al anciano que tenía hambre, la cobija al pequeño que tenía frío, los panes a quienes no llevaban comida, y hasta sus huaraches a la niña a la que se le rompieron los suyos.
Mientras más se acercaban a Belén y la algarabía de los demás caminantes aumentaba, el pastorcillo se iba entristeciendo porque no tenía ya ningún regalo para presentarse con el Niño Dios. Fue entonces que un ángel le explicó que gracias a él, todos habían llegado hasta el pesebre con la Sagrada Familia, y su corazón generoso era el regalo más preciado para Jesús.
El sabor a Navidad se va sintiendo en el ambiente, las luces, las flores de noche buena, los pinos adornados y los anuncios comerciales. Los católicos la esperamos siempre con alegría, ponemos especial énfasis en los nacimientos, la corona de adviento y las posadas, intentando que no se pierda el verdadero sentido de las fiestas navideñas como preludio al gran día en que la Virgen dará a luz a Dios hecho niño.
El Adviento es la oportunidad de prepararnos, de vivir y transmitir la esperanza que nos brinda la llegada del Señor, con la alegría de la Buena Nueva podemos adornar nuestro hogar, planear los festejos y reunirnos con nuestra familia y los amigos que amamos, como un obsequio que ofrecemos para adorar al Dios Niño en su pesebre. Pero también, y sobre todo, hay que preparar nuestro corazón, no será suficiente vivir las tradiciones de cada año, ignorando y olvidando el dolor que viven tantos hermanos que nos rodean víctimas de la injusticia, la violencia, la pobreza y el olvido.
El anuncio del nacimiento de Jesús es para todos y es la mejor ocasión para vivir las obras de misericordia, aliviar, aunque sea un poco, las necesidades de nuestros prójimos, darles cariño, tiempo, consuelo y la compañía para llegar al pesebre donde está toda la esperanza.
Ojalá que con la sencillez del pastorcillo de la pastorela, vayamos caminando este Adviento entregando todo lo que traemos, y poder presentarnos con las manos vacías y el corazón rebosante de ternura ante el Rey de Reyes que por amor a nosotros se hizo Niño
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