El padre Hernán Quezada SJ, autor de este texto sobre vacunas covid, es médico, jesuita, maestro en filosofía social, licenciado en ciencias religiosas y estudioso de la teología moral. Puedes seguirlo en Twitter aquí.
El acceso a las vacunas en México va siendo poco a poco una privilegiada oportunidad a la que tenemos entrada. Yo pertenezco al grupo afortunado de profesionales de la salud que ya tuvo acceso a la vacuna.
Muchas personas están en un momento de elección sobre vacunarse o no; quiero expresar mis puntos de vista e información como médico y como sacerdote, no para decirles qué hacer -nadie puede ni debe sustituir la conciencia de otro-, sino para dar más elementos al discernimiento que cada quien ha de hacer para elegir algo tan importante como vacunarse o no.
Quiero comentar sobre algunos temas, distorsionados y peligrosos, que suenan en torno de las vacunas:
La Sagrada Congregación para Doctrina de la Fe, de nuestra Iglesia, ha publicado un texto sobre este punto, después de consultar a expertos, y dice: “pueden utilizarse todas las vacunas reconocidas como clínicamente seguras y eficaces con conciencia cierta que el recurso a tales vacunas no significa una cooperación formal con el aborto del que se obtuvieron las células con las que las vacunas han sido producidas”. Aquí el texto completo.
Solo citaré un texto del Evangelio a propósito de poner a prueba a Dios tomando decisiones irresponsables: “Entonces el diablo le llevó a la ciudad santa, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: ‘Si eres Hijo de Dios, lánzate abajo, pues escrito está: ‘A sus ángeles te encomendará’, y ‘en las manos te llevarán, no sea que tu pie tropiece en piedra”. Jesús le dijo: “También está escrito: ‘No tentarás al Señor tu Dios’”. (Mt 4, 5-7)
Todo fármaco o procedimiento tiene un tipo de efecto adverso que no debe ser mayor al mal que pretende combatir. Las instancias internacionales han valorado los efectos secundarios de las vacunas y consideran que éstos, comparados con el riesgo a infectarse de Covid y no estar vacunados, justifican su uso.
Pululan los videos y comentarios elaborados por supuestos especialistas de la materia, hablan con gran irresponsabilidad e imaginación, afirman complots y otras cosas. Pero entonces ¿a quién hacemos caso? Me parece que debemos escuchar a las instancias internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a las instancias de cada país, como COFEPRIS en el caso de México. Son organismos que tienen la obligación de investigar para buscar el bien común y son auditados.
¿Tienen toda la verdad?, no lo puedo asegurar, pero sí tienen toda la responsabilidad y vigilancia de emitir sus juicios con la mayor fundamentación científica posible.
Para llegar al punto en el que estamos con las vacunas, éstas han recorrido etapas anteriores, en las cuales, hombres y mujeres se han prestado a participar en aplicaciones experimentales , “estudios ciegos”, es decir, aceptaron recibir vacuna experimental o agua.
Sí, así es como se saca la eficacia de una vacuna, se registran las diferencias entre vacunados y no vacunados. Se valora cuántos se infectaron, cuántos se murieron, cuántos se agravaron de un grupo y otro. Estas y estos valientes y solidarios nos han dado la oportunidad de llegar al punto en el que estamos. Así que un “yo me espero un poco más” tiene un sabor a falta de solidaridad.
Hemos elevado muchas veces nuestra plegaria a Dios pidiendo que la crisis termine; han aparecido con milagrosa velocidad las vacunas, y entonces nos llenamos de desconfianza y suspicacia ante ello. ¿Cómo creíamos que Dios actuaría en nuestra crisis? Dios actúa eficientando nuestra ciencia para vencer el mal que nos aqueja.
No, probablemente alguien tendrá la mala suerte de sufrir una consecuencia grave por haberse vacunado. De las vacunas en este momento no conozco a nadie que haya muerto a consecuencia de éstas; de Covid19 sí que conozco a muchos y muchas.
Entonces, ¿recomiendo vacunarse? Mi respuesta contundente es: Sí.
La elección es personal, nadie debe obligar a nadie. Pero tampoco debemos difundir información sin evidencia científica, incluso los sacerdotes tenemos que escuchar qué dicen los expertos, con humildad reconocer que en este campo no podemos opinar sin antes investigar en fuentes y personas acreditadas.
Decide con información correcta sabiendo que está en juego no sólo tu vida, sino la de los demás.
*El autor es médico, jesuita, maestro en filosofía social, licenciado en ciencias religiosas y estudioso de la teología moral. Puedes seguirlo en Twitter aquí.
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