La inseguridad es un tema que nos preocupa e involucra a todos los que formamos parte de una nación: a los gobiernos y sociedad, en todos los ámbitos de la vida de las personas, en la convivencia cotidiana y en la actividad productiva.
Evidentemente es un asunto que el Estado, a través del gobierno y sus instituciones, debe resolver y garantizar para beneficio y tranquilidad de todos los habitantes de un país, utilizando toda la energía, capacidad y recursos que esto requiera. Porque no hay sociedad, nación o región que se desarrolle a su máxima expresión si no tiene la tranquilidad para trabajar, estudiar y convivir en paz.
Para las empresas en México, la inseguridad significa una pérdida anual de 155,000 millones de pesos, una gran cantidad de recursos que se van en daños materiales, costos de prevención y remediación, camiones de transporte de mercancías, productos robados y daño a las empresas, pero lo más grave de todo es el daño a las personas: choferes que son secuestrados, en ocasiones golpeados y maltratados; trabajadores a los que le roban su nómina de camino a casa, y familias que viven en la zozobra ante tan lamentable situación.
Cuando sabemos de casos, desafortunadamente cada vez más frecuentes, en los que una familia ha perdido al padre, la madre o un hijo a causa de la violencia e impunidad en las calles, la desesperación e impotencia se traducen en una frustración social que difícilmente se cura.
El sentimiento de indefensión -sobre todo de los que menos posibilidades tienen- provoca, o que se unan a las armas o que bajen los brazos y renuncien a un futuro mejor. Es un sentimiento que va minando a la sociedad, sobre todo si no se ve la luz al final del túnel. Porque promesas van y vienen, siempre acompañadas de justificaciones inaceptables ante los malos resultados.
Aun así, todos tenemos algo que hacer ante la violencia e inseguridad. Desde las empresas, por ejemplo, podemos colaborar con diversas acciones e iniciativas:
INVERTIR EN LA CAPACITACIÓN de los trabajadores en herramientas y buenas prácticas de prevención a la violencia e inseguridad. Así como se ponen en práctica medidas de seguridad industrial para prevenir accidentes laborales, de la misma forma debemos incentivar las mejores acciones para que nuestra gente no sea asaltada ni sea víctima de algún acto de violencia en su persona, su patrimonio personal o el de la empresa.
Implementar códigos de ética para mejores prácticas de las actividades de la empresa, mediante los cuales no se permitan ni la corrupción, ni las acciones antiéticas, y además sean sancionadas con severidad desde la dirección de la empresa. Es muy importante para México que la práctica de la ética sea difundida entre los ciudadanos, desde la formación escolar.
Como empresa, participar en la sociedad y organismos intermedios para dar seguimiento a la exigencia social del cumplimiento por parte del Estado y sus instituciones en la prevención, procuración e impartición de justicia.
Exigir también a las instituciones de procuración de justicia (fiscalías y ministerios públicos) y de administración de justicia (jueces) aplicar con toda responsabilidad la ley que nos rige a todos.
Este es nuestro país y nadie puede quedar ajeno a lo que nos corresponde como ciudadanos responsables, todos podemos hacer algo más que observar y quejarnos. No se puede soslayar la responsabilidad por ningún motivo ni excusa política. Esto exige lo mejor de nosotros.
Es importante y urgente combatir la impunidad, debe haber consecuencias a quien no cumple la ley. Esta es nuestra nación, es nuestra casa; la heredamos de generaciones pasadas y la debemos pasar a las siguientes con mayor prosperidad, inclusión y desarrollo, en un ambiente cordial y fraterno.
*El autor es empresario mexicano, expresidente del Consejo Coordinador Empresarial 2015-2019.
Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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