Censurar implica suspender la libertad de expresión de una persona. La libertad sin duda es un valor humano que cuidamos y defendemos pero, ¿es lícito moralmente suspenderlo? Es decir, ¿puede ser ética la censura?
Hace unas semanas, el presidente de los Estados Unidos daba un discurso en cadena nacional, y varias televisoras decidieron interrumpir su discurso. Éstas argumentaron que, dado que el presidente mentía, determinaban que estaban obligadas a practicar la censura. En ese momento, yo afirmé que me parecía un ejercicio peligroso e inmoral lo que habían hecho las televisoras. ¿Quién les autoriza erigirse juez del discurso de un líder de Estado? ¿Quién regula su ejercicio?
A mí me parece que una televisora, en ese momento, estaría obligada a transmitir el discurso y luego, como es costumbre, emitir una opinión e incluso un juicio, esto es parte de un ejercicio periodístico.
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Pero el día de ayer, las redes sociales como Facebook y Twitter, ante las constantes publicaciones de Donald Trump, decidieron bloquear al aún presidente de los Estados Unidos. Borraron sus contenidos y bloquearon sus cuentas, es decir, lo censuraron. No es poca cosa silenciar a un personaje en el mayor canal de comunicación. Pero en este caso, yo opiné que me pareció una decisión justa y prudente, es decir, moralmente buena. ¿Entonces? ¿Se puede o no censurar? Profundicemos.
La libertad es propia de todo ser humano, pero nuestra libertad es siempre moral, es decir, siempre está en referencia y relación a los demás, nuestras elecciones tienen repercusiones en la vida de los otros, por ello todos nosotros somos sujetos éticos. Con nuestra libertad vamos construyéndonos a nosotros mismos y también construyendo o destruyendo la vida y posibilidades de los demás.
La libertad no es un fin, es decir, no existe una libertad sin límites, quien intenta ejercerla así, terminaría esclavo de su propio deseo de ser libre ilimitadamente, esa “libertad” está destinada a fallar. Así pues, lo importante o lo moral no reside en mantener la capacidad de elegir, sino de elegir el bien, lo que es bueno para todos. La libertad del cristiano es la libertad liberadora, poseemos siempre junto con la libertad la responsabilidad moral.
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Dicho lo anterior, podemos decir que la libertad de expresión es un bien, un derecho, un valor. Pero no es ilimitada, tiene límites, y el que la ejerce tiene por ello una responsabilidad. Pero quien escucha el mensaje del violento también tiene la libertad y la responsabilidad ante lo que recibe. Tiene la obligación de discernir si lo que escucha es verdad o es mentira, de si es justo o injusto, y luego de elegir sus actos. Una vez que elige porque es libre, adquiere responsabilidad.
Podríamos decir que las televisoras censuraron el discurso que juzgaron malicioso, para evitar que los oyentes los recibieran. Ello, me parece, fue sustituir la responsabilidad de la conciencia del receptor. Los periodistas sí que pueden dar más elementos a los receptores, ampliar la información y formar mejor la conciencia, pero no sustituirla.
Pero, por qué entonces sostengo que fue moral la aplicación de la censura el día 6 de enero al presidente violento. Porque esta vez había vidas en juego, una turba violenta era irracional y ponía en riesgo sus vidas y las de los otros. El presidente decidió ejercer su libertad para mantener y aumentar la violencia, claramente se resistía a detener lo que ponía en riesgo el bien común, movido por el deseo de imponer su propio bien. Los destinatarios iracundos no tenían una conciencia tranquila para discernir lo que escuchaban y el violento no paraba de motivar la violencia. Entonces al valor de la libertad se le impone el valor de establecer la paz y resguardar la vida; cuidar el bien común se vuelve el valor moral.
En realidad, el bloqueo en las redes sociales no fue una clausura de la libertad, sino de una intencionalidad maliciosa que ponía en peligro el bien común, porque la turba enardecida no sería capaz de discernir bien. Entonces el objetivo de twitter y Facebook no fue quitar la libertad sino limitar el mal.
Sin embargo, quiero señalar que urge en nuestras sociedades la creación de instancias e instrumentos capaces de vigilar y juzgar las decisiones que hagan, en este sentido, las redes sociales y los medios de comunicación. De otra manera, otorgaríamos a éstos la capacidad de una censura sin juicio y eso sería una amenaza a la democracia.
Sólo cuando se juzga que los receptores del mensaje, la audiencia, no es capaz de buen juicio, podríamos tomar decisiones como suspender algunas de sus libertades. Esta acción siempre será delicada y peligrosa, sin embargo, en algún momento, como el 6 de enero, necesaria.
*El padre Hernán Quezada SJ es médico, jesuita, sacerdote y moralista en red y asistente de la Formación de los Jesuitas en México. @hernan_quezada
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