La ONU estableció desde 1996 que el 16 de noviembre se celebre el Día Internacional de la Tolerancia, valor que sin duda se ha puesto de moda en las últimas décadas, influyendo desde lo privado y personal hasta en las políticas públicas de los diferentes países.
Si bien la tolerancia, como valor, nos sirve para fomentar la comprensión y el respeto mutuos para una sana convivencia, este término ha sido manipulado por diversas ideologías para darle la interpretación ad hoc a sus intereses y justificar sus acciones, pues en su nombre muchas veces se intentan “normalizar”, generalizar y hasta imponer prácticas y corrientes ideológicas que van en contra de nuestra fe cristiana, de la propia naturaleza y dignidad de la persona, de la justicia y del bien común.
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Podemos identificar conductas, políticas, modas y costumbres que amenazan la integridad de las personas o el bien de la sociedad con las que no podemos ser tolerantes ni indiferentes, e incluso, debemos combatir en la medida de nuestras posibilidades, como por ejemplo: la venta de niñas en algunas comunidades indígenas, las leyes que amenazan la vida y la familia, la legalización de las drogas, etc., sin embargo, no podemos restarle importancia ni valor, pues resulta indispensable para conservar la paz y la libertad.
La filósofa Victoria Camps señala dos vertientes de la tolerancia: el moral, que implica aceptar las diferencias culturales, de opinión, de creencia, de forma de vida sin cambiar nuestras convicciones propias; y la política, propia de las democracias que aceptan la realidad social plural; un gobierno que no practica la tolerancia, lleva al totalitarismo que hoy sufren varias naciones.
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Tolerar nunca será transigir, pero nos permitirá ver a un hermano aún en aquellos que piensan diferente, nos ayudará a buscar las coincidencias antes de las diferencias, a ser más empáticos y comprender a la persona, a ser verdaderos constructores de paz… en fin, la práctica de una verdadera tolerancia nos hará mejores cristianos.
“El diálogo entre personas de distintas religiones no se hace meramente por diplomacia, amabilidad o tolerancia. El objetivo del diálogo es establecer amistad, paz, armonía y compartir valores y experiencias morales y espirituales en un espíritu de verdad y amor”. Papa Francisco twitter.
*Consuelo Mendoza García es ex presidenta de la Unión Nacional de Padres de Familia y presidenta de Alianza Iberoamericana de la Familia.
*Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.
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