Si la Pastoral de Adultos y Familia se propone impulsar, promover y aprovechar la evangelización integral de las familias, para que vivan su identidad y misión, como parte de la sociedad y de la Iglesia, se hace urgente un proyecto en el que sus acciones coadyuven a superar debilidades y resolver conflictos que inciden en su desarrollo de células base de la sociedad.
¿Por qué hay que dar a la familia de hoy, con frecuencia tentada por el desánimo y angustiada por las dificultades, razones de confianza en sí misma y en la propia riqueza social que otras instituciones no pueden suplir y por lo que debe ser apoyada y potenciada?
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Porque el Papa Francisco lo pide todas las veces que hay oportunidad de manera puntual en “Amoris Laetitia” a todos los fieles y como razón de existencia a quienes trabajamos en el acompañamiento de las diferentes etapas de la vida familiar: la pareja, los hijos, los abuelos, el trabajo y los problemas a los que se enfrentan en la vida cotidiana.
Porque el acompañamiento ha de combatir el desanimo y angustia por las dificultades que enfrentan las familias en nuestra comunidad Arquidiocesana.
Hace algunos años el Consejo de la Comunicación, la Comisión Arquidiocesana de Pastoral Familiar, escuelas y empresas junto con las autoridades civiles establecieron el primer domingo de marzo como “Día de la Familia”, pasados algunos años la Comisión de Pastoral Familiar prolongo esta celebración a “La Semana de la Familia”, después en el 2015 y hasta hoy se dedica marzo como “Mes de la Familia”.
Reconocer la problemática de la actual familia nos ocupa y alienta a invitar a las familias a los talleres y acciones “Encontrémonos, somos hermanos”, ofreciendo espacios donde las familias puedan experimentar la riqueza de la familia, definir un plan de acción para que trabajen en resolver conflictos y superar debilidades que repercuten negativamente en el desarrollo familiar en temas especialmente pensados y preparados para ellos.
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Para reflexionar sobre la convivencia familiar, llevar a todos la Buena Nueva del Sacramento del matrimonio; transformar la sociedad, defender y promover la vida y el amor, como valores esenciales de la dignidad humana. Anunciar a la población de la Ciudad de México el Evangelio de la Familia, los espacios que la Iglesia brinda para motivarlos a hacerlo vida.
Cuando en familia hay buena comunicación, armonía y convivencia se genera un ambiente cálido y de confianza entre sus miembros, se logra resolver problemas, compartir éxitos, preocupaciones y fracasos.
¡La suma de todos Fortalece la familia mexicana, que deseamos y necesitamos todos!
Artículo publicado originalmente en www.signis.mx
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