Columna invitada

Perdón: un modelo de transformación para esta Cuaresma

Un año más, una Cuaresma más. Podemos vivirla, superficialmente, como días de descanso o vacaciones, con esporádicas visitas (en el mejor de los casos) a la iglesia, algunos días de abstinencia (también conocidos como los días ideales para organizar mariscadas); o bien, podemos vivirla en lo profundo de nuestra alma, como la oportunidad única e irrepetible de arrepentirnos, creer y transformarnos por obra de Dios y para su gloria.

Tal vez, en años pasados estuvo presente la intención auténtica de lograrlo, pero las intenciones, aunque siempre son el primer paso, casi nunca son suficiente. Toda esperanza de cambio y transformación deberá estar sustentada en acciones contundentes, seguidas siempre de nuestra voluntad, libertad y responsabilidad.

Ya lo decía San Agustín, “hay dos cosas terribles que pueden sucederle a alguien, la primera es vivir una vida sin esperanza; y la segunda, que quizá sea la peor, es creer en una esperanza sin fundamento”.

¿En qué estamos fundamentando nuestras intenciones de cambio? ¿En verdad queremos dejar pasar una Cuaresma más sin entender su verdadero sentido? ¿Cuánto tiempo más podremos vivir como si no fuéramos hijos de Dios?

Es por eso que te propongo un modelo basado en un acrónimo que hace referencia a una palabra, una acción, una decisión que lo cambia todo: “PERDÓN”. Cada una de las letras que conforman esta palabra, es una idea para trabajar nuestro cambio durante esta cuaresma.

1.     P de problema:

Podemos empezar por definir cuáles han sido nuestros verdaderos problemas, en qué hemos fallado, qué patrones de conducta negativos hemos repetido y no hemos solucionado. Además de entender cuáles han sido las consecuencias que nuestras acciones (o la falta de éstas) han generado en mí y en los demás.

Podemos engañar a todo mundo, pero a Dios y a nosotros mismos, jamás. Empecemos con humildad a reconocer que hay muchas cosas que necesitamos sacar de nuestra vida para dar cabida a los cambios que hemos intentado lograr.

2.     E de emoción

Las emociones son la antesala de nuestras decisiones y acciones respecto a lo que vivimos y a nuestro entorno. Es por eso que resulta indispensable entenderlas y, sobre todo, reflexionar acerca de los sentimientos y estados de ánimo en los que han desembocado a lo largo de nuestra vida.

Sólo haciendo consciencia sobre nuestras emociones y reacciones ante lo que vivimos, podremos optar por el bien, podremos enderezar aquellas intenciones que nos han desviado del camino hacia la paz y al amor a Dios, a nosotros mismos y a nuestro prójimo.

3.     R de resistencia

¿Cuáles han sido nuestros mayores obstáculos? ¿Qué nos ha detenido? Quizá tenemos años siendo conscientes de los cambios que necesitamos hacer en nuestra vida, pero nos ha tomado toda una vida dar ese primer paso.

Tal vez el ego, la desidia, pereza, resentimientos, las “ganancias” ocultas de seguir actuando de esa manera que sabemos que nos daña, pero que aun así nos reporta ciertos “beneficios”. Confróntate y sé honesto contigo mismo. Pidámosle a Dios que nos dé la sabiduría de ver nuestras resistencias y el valor para vencerlas en el momento en que nos demos cuenta de ellas.

4.     D de decisión

Optar por algo conlleva siempre dejar otro algo atrás. Es probable que muchas veces decidamos hacer el bien, pero no seamos conscientes de los costos que tendremos que pagar, quizá perderemos en el camino ciertas “ventajas” y “comodidades” de las que antes gozábamos y por eso es que claudicamos y volvemos a lo mismo.

Dios nos ha llenado de dones, nos da su gracia para mantenernos firmes en el camino hacia Él, pero nunca pasa por encima de nuestra libertad. Su voluntad es perfecta, y aunque la nuestra no lo es, respeta nuestras decisiones y permite que vivamos sus consecuencias.

5.     O de oración

Mantengámonos cerca de quien es el camino, la verdad y la vida. Hablemos con Él, supliquemos su guía y su fortaleza para lograr cambiar y mejorar. El contacto que la oración nos permite tener con Dios será la gasolina que necesitamos para no “desvielarnos” en este viaje hacia nuestra conversión.

6.     N de negación de uno mismo

Digamos sí a la transformación, sí a la voluntad de Dios y sí a todos los sacrificios que esto pueda conllevar. Si hemos de decir no, que sea a nuestro egoísmo, a nuestros vicios y caprichos, a nuestras fantasías de autosuficiencia que nos impiden reconocer con humildad que sin Dios nada podemos y que con Dios todo es posible.

Una parte del cambio está en nuestras manos y Dios nos pide una fe con obras, pero nunca deberemos olvidar que sólo de su mano y con su gracia lograremos la verdadera transformación de nuestra vida.

Somos esa Higuera, que no ha dado frutos o no los suficientes y Dios es el Padre bueno que nos da la oportunidad un año más. Tomémosla, agradezcámosla, pidamos perdón y perdonemos, pero no lo demos por sentado, pues llegará el día en que ya no tengamos tiempo para arrepentirnos y cambiar. 

Marcela Hernández

Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad del Valle de México y está certificada como Coach Ontológico por parte del Tecnológico de Monterrey CEM. También tiene una especialidad en Logoterapia por parte del Instituto Mexicano de Tanatología. Instructor y facilitador en temas de desarrollo humano y empresarial, tales como: Sentido de Vida y Trabajo, Inteligencia emocional, Liderazgo, Coaching, Comunicación Asertiva, entre otros. Actualmente es Socia Fundadora de Sensum, empresa especializada en estrategias de sentido para empresas y personas.

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