Muchas y muchos conocemos e incluso crecimos con Vaselina y vimos en Olivia Newton-John un ícono musical de los 70 y los 80, pero lo que pocos saben es que tiene una canción basada en una oración de San Francisco de Asís.
Instrumento de Paz, del álbum Gracia y Gratitud lanzado en 2006, dice: “Donde hay odio, déjame llevar amor / Donde haya dudas, déjame traer fe / Donde hay falsedad, déjame traer la verdad”.
El pasaje, retomado de la oración franciscana, contiene un mensaje repleto de buenos propósitos y deseos, que ha sido utilizado como parte de los 12 pasos para la recuperación del alcoholismo o para fortalecer la fe y esperanza durante la Primera Guerra Mundial.
La muerte de la cantante y actriz australiana —quien en alguna ocasión reveló que juró rezar todas las noches el Padre Nuestro si Dios permitía que su hija pudiera nacer— nos lleva a recordar esa oración hecha canción y a reflexionar sobre el valor de la música en la transmisión de valores universales como la fe y amor por Dios.
Otros cantantes y grupos lo han hecho. Lenny Kravitz lo hizo con Are You Gonna Go My Way; Carrie Underwood, con Jesus Take the Wheel; The Byrds con Turn! Turn! Turn! Incluso, son tantas las canciones de la banda irlandesa U2 que algunas congregaciones han organizado “U2caristías”.
Ya decía San Agustín que “quien canta bien reza dos veces”, porque la música nos genera un estado de ánimo positivo y nos ayuda a sentirnos más unidos a otras y otros, fortalece el sentido comunitario, además de ser fuente sanadora para nuestras emociones.
La música es un poder que toca directo el alma del individuo, un mensaje que impacta en el corazón de quienes la escuchamos y beneficia el desarrollo social, intelectual, moral y espiritual.
Cualquiera que haya asistido a un concierto conoce el sentido de comunidad y el vínculo de solidaridad que se establece cuando el público canta al unísono y comparte un mismo sentir.
Según la revista médica británica The Lancet, la música reduce el dolor crónico y la ansiedad. Tiene un efecto positivo en varias regiones del cerebro, incluidas aquellas que afectan las emociones, los procesos cognitivos, las sensaciones y los movimientos.
No es el género musical el que define sus ventajas. Sin importar si hay preferencia por el metal, el pop, la bachata o el R&B, por Olivia Newton-John o U2, la música influye en el comportamiento humano y es nuestra aliada en la construcción de comunidades sanas.
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