El poeta francés René Char decía: “Algunos días no hay que temer nombrar las cosas imposibles de describir”. Hoy quisiera nombrar el nuevo año que se nos viene encima. Una mezcla de temor y esperanza. Temor, por la situación en que está sumido México. Esperanza, por la raíz guadalupana que guarda –todavía—el pueblo, nuestro pueblo (no el confiscado por la “razón” política”).
Nueve años faltan para celebrar el quinto centenario de las apariciones de la Virgen de Guadalupe a San Juan Diego. Momento axial, que cambió nuestra historia. La CEM ha tomado la iniciativa de llevar a cabo una novena para compenetrarnos con este acontecimiento. No se trata de una celebración sin esencia. Se trata, creo yo, de conducir nuestro corazón (y de nuestro corazón a la vida con los demás) ese deseo de armonía entre los contrarios que constituye el núcleo del Nican Mopohua.
México se está desgarrando en una lucha entre hermanos, auspiciada desde la más alta tribuna del país. El pueblo tiene que mirar para otro lado. Hacia su origen. Esa patria hermosa que es Guadalupe. Lo que quiero nombrar ahora es lo más difícil de describir: el amor que salva. Honrar a la Virgen morena es honrar un camino trazado desde el cerrito del Tepeyac: el del encuentro, el diálogo, la revelación de la esperanza.
Más articulos del autor: Escuela de adhesión
Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
El feminismo, una corriente filosófica y social que busca la igualdad de derechos y oportunidades…
“Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de…
El 29 de diciembre iniciaremos el Año Jubilar 2025 en las diócesis del mundo, con…
Lo que empezó en los años 20 del siglo pasado como una causa homicida, al…
‘¡Viva Cristo Rey!’ Hagamos nuestra esta frase, no como grito de guerra, sino como expresión…
El Vaticano publicó la segunda edición del libro litúrgico que contiene las instrucciones relacionadas con…
Esta web usa cookies.