Tantos años peleando porque la mujer no se reduzca a su fertilidad, la mujer no esté destinada y obligada a ser madre, así como afirmando que la mujer es esclava de su fertilidad y hay que liberarla de esa opresión, para que hoy en día terminen caricaturizándola, poniéndole precio y esclavizándola a su capacidad de gestar y ser madre.
Hoy, la mujer se encuentra más vulnerable que antes, pues no se reconoce su naturaleza, ni se protege su maternidad, sino que se usa de moneda de cambio, para enormes corporaciones que han encontrado en ella una mina de oro, tanto para despreciarla como para subastarla a quien mejor pague.
La mujer en lugar de ser impulsada por sus capacidades, remunerada por su labor social o rescatada de ambientes esclavizantes, es condenada a ser objetivada, Como Persona gestante, como un vientre con precio o como mujer capaz de abortar, total, incapaz de la maternidad.
La tarea no es liberarnos, sino confundirnos, utilizarnos y enriquecer a quienes nublan y pisotean la grandeza de nuestra naturaleza, y el trascendente valor de la maternidad. La mujer, que ha mostrado y conquistado espacios sociales, laborales y académicos de la mano de su maternidad, le molesta a quienes quieren que elijan todo menos la maternidad.
Sin apoyar la verdadera vulnerabilidad de la mujer, le han puesto precio a su fertilidad, para esclavizarla y despojarla luego de toda su creación y esfuerzo, enriqueciendo o enriqueciendo a otros, dejando a la deriva mujeres heridas, en depresión y con enfermedades por embarazos de alto riesgo, poca humanidad y nulo entendimiento femenino.
Sí, estoy hablando de los negocios del aborto, los vientres subrogados y el borrado de las mujeres, porque al final es la familia la que está padeciendo esta ausencia, estas confusiones y el desarraigo de la importancia que tiene la mujer, con su naturaleza y el don de su fertilidad.
Este día de la mujer, pudiéramos reflexionar, rescatar y conmemorar la grandeza de la mujer que lucha día a día, aportando con sus talentos únicos y femeninos.
La mujer que en la búsqueda de su justo reconocimiento, está siento de nuevo engañada y explotada por su naturaleza y dones. Subestima su grandeza, y el trabajo en equipo, su empatía por los demás y preocupación por otras mujeres.
Necesitamos reconciliarnos con nuestra feminidad como el acto más revolucionario en estos días. Necesitamos aportar nuestra esencia en los espacios en los que nos desempeñamos, y no cursilería o roles superficiales sino esa fortaleza, esa fertilidad a los espacios de trabajo, humanidad que empatiza y reconcilia. Inyectarle ese ambiente familiar y acogedor al mundo.
Revolucionemos el mundo con los dones más femeninos que tanta falta hacen, sin competir a los hombres, sin atropellar o pisotear a otros o a nosotras mismas.
Mujer, vuelve a tu grandeza, abraza tu naturaleza para que sane esta generación tan carente de mujeres y femineidad autentica.
Escrito por: María del Pilar Rebollo, Directora de pasos por la vida
*Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.
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