En el marco del proyecto del cambio que impulsa en la Iglesia el Papa Francisco da un paso más cuando, este 26 de abril, aprueba que las mujeres y los hombres laicos puedan votar en el Sínodo de obispos.
A partir del fin del Concilio Vaticano II, los Papas han convocado a los obispos de las distintas regiones del mundo a Roma, para abordar temas que requieren análisisis y consenso, para avanzar en el cambio de la Iglesia.
Estos encuentros, desde la década de 1960, tienen cierta periodicidad. Estas reuniones, especie de cónclave de obispos, se conoce como Sínodo.
En estos ya se había permitido la partricipación de las mujeres y los hombres laicos, pero solo en condición de observadores o asesores, pero no podian votar las resoluciones.
Eso solo lo podían hacer los obispos que participaban. Ya agunos de ellos, los más conscientes de la necesidad de cambios, habían planteado la necesidad de ampliar el espacio de participación de las mujeres y los hombre laicos.
Hasta ahora al terminar el Sínodo de que se trate, los obispos participantes votan las propuestas concretas y se las presentan al Papa. Al texto se añade la manera como se votó cada una de estas.
La decisión de los obispos no es vinculante para el papa, pero sí resulta determinante para que construya su opinión. Él es, con todo, quien emite el veredicto final.
Los organizadores de la Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos ya anunicaron esta nueva manera de proceder para el Sínodo sobre la sinodalidad que culmina con dos reuniones en Roma en octubre de 2023 y de 2024.
El tema de este Sínodo, que abona también al cambio, se propone abrir la toma de decisiones de la Iglesia y convertirla en una estructura más horizontal.
Por ahora la gran novedad, una vez iniciado el cambio vendrán más, es que se elimina la figura de los auditores, y se sustituye por “otros 70 miembros, no obispos, que representen a otros fieles y que pueden ser sacerdotes, personas consagradas, diáconos o fieles laicos y que procedan de las Iglesias locales”.
Estos serán elegidos por el papa de una lista de 140 personas indicadas durante las reuniones Internacionales de las Conferencias Episcopales y la Asamblea de Patriarcas de las Iglesias Orientales Católicas.
El Papa, ya lo ha dicho, espera que de este nuevo grupo de 70 personas, al menos el 50 por ciento sean mujeres, y todas con derecho a voto.
Vaticanólogos plantean que la medida no se ha recibido con entusiasmo por ciertos sectores de la Iglesia y citan, como ejemplo, que Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo y relator del Sínodo de la sinodalidad, sobre la decisión del papa dijo que “no es una revolución, porque la asamblea sigue siendo una reunión de obispos, con una participación de no obispos”.
Y en el mismo sentido el cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo, expresó que el encuentro “seguirá siendo un Sínodo de obispos, pero habrá participación de laicos”. A pesar de todo, y de manera más lenta de lo que se espera, los cambio que imprime el Papa Francisco ocurren y la iglesia se transforma.
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