En los dos años del gobierno del presidente López Obrador, México cayó del lugar 8 al 51 en la lista de 108 países en vías del desarrollo que contempla el ranking Climatescope 2020 de Bloomberg.
El reporte incluye datos del mercado energético en 108 países emergentes y, por primera vez en nueve años, a la lista se incorporan 29 naciones desarrolladas.
Si se contempla el conjunto de los 137 países la posición de México cae todavía más, para ubicarse en el lugar 77 del ranking.
En 2018, con los compromisos de su política energética, México escaló hasta el octavo sitio y en estos dos años, por la actual política energética basada en energía fósil, el país descendió 43 posiciones en la lista de los 108 países en vías de desarrollo.
Climatescope es un análisis público sobre la transición energética en los mercados de los países emergentes, que ahora, por primera vez, tamabién incorpora a los países desarrollados.
El documento señala que “antes del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, México era un destino líder para la inversión en energía limpia debido al gran aumento de oportunidades que generó la reforma energética”.
La caída se explica por el abandono del gobierno de las energías limpias y la decisión política de apostar a las energías fósiles y fortalecer el control del gobierno en el sector energético.
Hay la intención de ampliar el ámbito de acción de las empresas estatales Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE) “a expensas del sector privado”.
El caso de Pemex, como lo señalan los analistas económicos, no es rentable. Vive una crisis estructural en el actual modelo de negocio. El gobierno le inyecta cuantiosos recursos, que van a un saco roto.
En el intento de hacer rentable a esta empresa se cierra el espacio de la inversión y crecimiento de las iniciativas del sector privado.
Algo semejante pasa con la CFE que produce electricidad a precios mucho más caros de cómo lo hacen las empresas privadas.
Con el nuevo gobierno, para la producción de electricidad se ha privilegiado el uso del carbón y del combustóleo que son altamente contaminantes.
Y al mismo tiempo se ha cerrado el espacio, para la inversión privada en energías limpias con el propósito de dar ventajas a la CFE a pesar de los altos costos de producción.
Lo anterior provoca, señala el estudio, que caiga el interés y disuada la inversión privada ante la incertidumbre que genera la nueva política del gobierno.
Las decisiones del presidente López Obrador en el campo de la producción energética obedecen a una visión ya superada a nivel mundial, propia de los años setenta.
El mundo camina hacia la transición acelerada de las energías fósiles a las limpias, pero México va en sentido contrario. Ahora el gobierno construye una nueva refinería cuando ya nadie hace eso.
Twitter: @RubenAguilar
Rubén Aguilar Valenzuela es Profesor universitario y analista político.
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