El Senado de la República ha aprobado la legalización del consumo lúdico o recreativo de la marihuana.
Presionados o comprometidos con la agenda impuesta por la Suprema Corte de Justicia de la Nación desde que el 2015 otorgó amparos a cuatro personas para el consumo recreativo de marihuana, con el argumento del “libre desarrollo de la personalidad”, dieron un paso hacia un falso y negativo progresismo jurídico.
El Senado pasó por alto que dejar registrado en una ley que algo está aprobado, es un mensaje indirecto a la sociedad de que eso aprobado “es bueno”.
El problema es que si la ley dice que algo es bueno porque lo aprueba, está diciendo que no pasa nada si lo consumimos, si lo probamos, si lo promovemos.
O el Senado olvidó que las leyes educan para bien o para mal, o legisló la legalización de la marihuana a sabiendas que provocará un incremento de su consumo en todo el país.
La nueva legislación afirma que se podrá consumir siempre que no sea delante de menores de edad, como si eso hubiera sido suficiente en el tema del alcohol y el tabaco, para evitar que los menores lo consuman.
También aumenta de 5 a 28 gramos la cantidad de cannabis que se puede poseer, con el argumento de que es sólo para el uso de consumo personal.
Y autoriza poder cultivar cuatro plantas por persona con el mismo argumento.
Para dar idea de que todo estará bajo control, la reforma legislativa le da al Gobierno Federal el control de la distribución y comercialización con la esperanza de ganancias millonarias a la 4T a costa de la vida de miles de personas o de destrucción de miles de familias.
Si en el 2018, el 4.7 % de los egresos hospitalarios en nuestro país fueron por uso de la marihuana, estando prohibida, multipliquemos el número de enfermos una vez que ha sido legalizada.
Si agregamos la incompetencia y la corrupción vigente provocará que las ganancias se las lleven los impulsores de esta agenda y México se quede con los enfermos adictos, pero sin el presupuesto, ni las medicinas, ni los hospitales, ni los centros de rehabilitación para curarlos.
Las evidencias en otros países y en el nuestro es que año con año ha existido un crecimiento continuo en el consumo de marihuana, tanto en hombres como en mujeres.
Todos conocemos a alguien que consume marihuana y sabemos de las consecuencias adversas en su salud individual, del grave impacto en la integración familiar, en el desarrollo y la estabilidad social.
Lo que no sabemos es que su consumo se debe a distintos factores sociales e individuales: el aumento en su disponibilidad, las actitudes tolerantes hacia su consumo (normalización), y la desinformación sobre sus efectos nocivos, entre otros.
Precisamente lo que el Senado ha hecho al legalizarla es aumentar su disponibilidad, es generalizar su normalización sin fortalecer ni etiquetar un solo peso para intensificar la difusión masiva sobre sus efectos nocivos.
Es una total incongruencia que por un lado se esté impulsando una campaña para prevenir las adicciones y por otro se apruebe su uso con fines recreativos.
Precisemos: no se puede lograr el libre desarrollo de la personalidad mediante el consumo de drogas pues el THC modifica la forma en que opera el cerebro, y si las funciones del cerebro están afectadas, no puede haber un libre albedrío, mucho menos un libre desarrollo de la personalidad.
Donde ha sido legalizada la marihuana recreativa, los accidentes viales fatales han aumentado. Es el caso de Colorado, EU, donde el incremento ha sido de un 94% entre 2010 y 2014.
El consumo de cannabis en ese estado de Colorado fue de 56% y 54% mas alto que el promedio nacional entre jóvenes de 12 a 17 y entre 18 y 25 años de edad.
La ONU ha señalado que “las drogas destruyen vidas y comunidades, socaban el desarrollo humano sostenible y generan delincuencia”. Entonces ¿por qué legalizarlas?
Las drogas afectan a todos los sectores de la sociedad, en especial a la libertad y el desarrollo de los jóvenes. Si son una grave amenaza para la salud y el bienestar de la humanidad. Entonces ¿para qué legalizarlas?
Sin negar los beneficios que medicinalmente pudiera traer, la evidencia confirma que una vez legalizada, solo el 2% de los usuarios la consumen con fines realmente medicinales, mientras que el 98% solo la utiliza para intoxicarse. Es el caso del estado de California, EU. Entonces, ¿por qué escoger esta estrategia? ¿Sólo por dinero?
Lo que en verdad necesitamos en estos momentos es que se desarrollen iniciativas que apoyen en materia de seguridad y salud. No leyes que incrementen la inseguridad y las enfermedades o adicciones.
Lo que necesitamos es seguir reforzando la implementación de estrategias de prevención por todos los rincones del país, en especial donde las víctimas son más.
Lo que México necesita es desarrollar programas y estrategias que focalicen sus acciones en las variables que vulneran la capacidad para afrontar el riesgo de consumo.
Porque si algo tenemos claro la inmensa mayoría de los mexicanos es que la marihuana tiene un olor muy peculiar: huele a pobreza mental, huele a derrota, huele a fracaso, huele a estupidez. Evitemos que nuestras instituciones huelan igual.
*Leonardo García Camarena es Presidente Nacional de la Unión Nacional de Padres de Familia
Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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