Una novedosa catequesis ha emprendido el papa Francisco desde la Audiencia General del miércoles 31 de agosto. Con enorme tino jesuítico —aunque no se trata de revivir los ejercicios espirituales de san Ignacio de Loyola, pero sí de seguir sus enseñanzas— el pontífice argentino está tocando una ausencia medular de nuestro tiempo: el discernimiento.
Estas catequesis pueden servir a padres de familia, jóvenes, sacerdotes y religiosas, a todo aquel que quiera saber cómo discernir. De la mano del Vicario de Cristo sabremos qué significa y cuáles son los elementos del discernimiento (la familiaridad con el Señor; conocerse a sí mismo; el papel del deseo; el libro propio de la vida…); además, de qué forma podemos ir construyendo un camino de salvación a partir de saber tomar decisiones.
No es fácil. Tendemos a echar culpas cuando nuestras decisiones resultan erróneas y a erigirnos como los únicos artífices cuando resultan exitosas. En general, preferimos no tener que decidir. Que otros decidan por mí (para poder criticarlos y para lavarme las manos, como Pilatos). Pero, como dice el Papa en su habitual estilo coloquial, no hemos recibido la vida “empaquetada”. Estamos obligados a decidir. Y la oración nos capacita para leer el libro de nuestra propia vida. Corroborar que es un bello libro, que se puede compartir: que tiene sentido.
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