En el artículo “Vacunas y aborto” que publiqué la semana pasada, escribí sobre la legitimidad que significa, para un católico, ponerse la vacuna contra el Covid-19, cuando se sabe que las inoculaciones tuvieron su origen el líneas celulares provenientes de dos embriones humanos abortados hace 50 años.
La conclusión fue que aplicarse la vacuna es moralmente legítimo, incluso conveniente, aunque queda en la libertad de la persona vacunarse o no. Quien se vacuna no peca. Así lo ha manifestado la Congregación para la Doctrina de la Fe y así lo han puesto en práctica, haciéndose vacunar, el papa Francisco y Benedicto XVI. Yo también lo haré a la brevedad posible.
Desde hace meses estamos siendo bombardeados, a través de las redes sociales, por múltiples mensajes –provenientes incluso de gente de la Iglesia– que denuncian que la vacuna contra el Covid-19 es una estrategia de los poderosos del mundo –el nuevo orden mundial– para controlar a la población en esta “nueva normalidad” a la que nos ha llevado la pandemia.
Se ha llegado a decir que la inoculación es la marca de la Bestia a la que se refiere la profecía del libro del Apocalipsis, capítulo 13, y que aquellos que sean vacunados llevarán en su cuerpo la cifra del 666. Desafortunadamente hay católicos que creen en estas cosas que están fuera de la lógica bíblica y de la razón.
Vayamos primero a la Biblia. Las bestias son la fauna maligna en conexión con la presencia de demonios; bestias representadas en diversos libros de la Escritura por animales que actúan contra la humanidad pecadora evocando los castigos divinos.
Estas bestias malditas evocan al maldito por excelencia, quien combatirá con el linaje de la mujer. León Dufour afirma que “la Bestia se encarna, en cierto modo, en los grandes imperios paganos que tratan de dominar el mundo, que hacen la guerra al pueblo de Dios y manifiestan una arrogancia sacrílega”.
La cifra 666, según las últimas interpretaciones, representa a César Nerón, el emperador pagano que persiguió cruelmente a los cristianos del siglo I. Es posible que la cifra represente también a los grandes poderes del mundo que, durante la historia, persiguen a la Iglesia.
Acerca de la marca de la Bestia con la cifra 666, Jimmy Akin, uno de los mejores apologetas católicos y conocedores de la Biblia en Estados Unidos, en una entrevista para su programa en internet “Jimmy Akin Mysterious World”, explica que en el mundo antiguo se ponía una marca en la mano derecha y en la frente para poder comerciar. La mano derecha era la mano del trabajo, del obrar y de la honestidad. La mano izquierda era utilizada para cosas menos nobles como la limpieza del cuerpo. La frente simbolizaba la conciencia, la decisión de la persona.
La vacuna contra el Covid-19 no se pone ni en la mano ni en la frente. Nadie pone vacunas donde hay huesos prominentes (la frente), ni en lugares donde hay una gran cantidad de tendones y nervios (la mano). La vacuna se pone en el brazo pero no en la mano ni en la frente. Es absurdo creer que las vacunas tengan conexión bíblica alguna con la marca 666. Habría que hacer muchos malabares mentales para relacionar a la Bestia con la vacuna.
Hace algunos años, cuando la ley de salud se aprobó en Estados Unidos (Obamacare), se desataron fuertes rumores de que con esa ley se implantaría un microchip subcutáneo que contendría toda la información de la persona, incluyendo sus estados financieros. Todo aquello fue sólo un rumor que se hizo viral y que resultó falso. Algo similar está sucediendo hoy con la vacuna del coronavirus, de la que se dicen cosas tan ilógicas y tontas como eso de que borrará el recuerdo de Dios en la memoria de la persona vacunada.
La razón también desmiente la relación entre vacuna y Bestia. Jimmy Akin da un argumento contundente: Dios, que nos ama tanto, nunca permitirá que recibamos la marca de la Bestia contra nuestra voluntad y de manera inconsciente. La marca de la Bestia no es algo físico, sino es una decisión moral.
Si la marca de la Bestia significa oponernos a Dios con nuestros actos, trabajo y habilidades –representados por la mano derecha– y con nuestra libre decisión –representada por la frente– Dios no permitirá que esto suceda por casualidad. Corresponde a una decisión libre de las personas.
Aunque nos pusieran una especie de tatuaje en el cuerpo diciendo que es la marca de la Bestia, eso no afectaría a quienes en su alma han tomado la libre decisión de seguir al Señor y serle fiel. Además, afirma Akin, si el día de mañana nos marcaran con el 666 a través de la vacuna, ¿qué valor tendría la profecía de san Juan (Apoc. 13) para las siguientes generaciones de cristianos? Carecería de valor por haber tenido su cumplimiento.
Es ridículo no vacunarse por creer que se trata de la marca de la Bestia. Rechazar la vacuna no traerá la salvación eterna a nadie. Lo que como cristianos nos llevará al Cielo es no someternos a la Bestia –el secularismo anticristiano y antihumano que hoy quiere imponerse para todos– viviendo en la impiedad. La marca que queremos que no se borre y que debemos acrecentar, más bien, es la marca de la gracia divina que recibimos en el Bautismo, la marca de la amistad con el Señor y la fidelidad a Él.
El Pbro. Eduardo Hayen es un sacerdote de la Diócesis de Ciudad Juárez y director del periódico Presencia.
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Artículo publicado originalmente en el blog del P. Eduardo Hayen
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