Somos la suma de pequeños instantes. Algunos de ellos son tan profundamente significativos como el beso del verdadero amor para Fiona y Shrek; el plato de ratatouille y el cariño de mamá después de aquella caída de la bici para Anton Ego; o el regalo de aquellos candelabros a Jean Valjean por parte del obispo en Los Miserables. Todos tenemos momentos que han marcado nuestra vida.
No obstante, ¿qué hacemos con los instantes y momentos intrascendentes según nuestras expectativas de vida? Esos momentos que se dan en medio de la rutina que acontecen sin que estemos conscientes de los milagros y maravillas de las que estamos llamados a ser testigos para re-crearnos y alimentarnos espiritualmente.
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¿Cómo descubrimos estos dones y maravillas de la vida? Cuando las circunstancias nos las retiran de golpe, como cuando una enfermedad nos obliga a estar postrados, sin fuerzas, sin salir, sin interactuar con los nuestros, sin ser capaces de ayudar y aportar, etc. Es en la impotencia de la pérdida de las fuerzas, de la presencia, de la interacción donde comienzan a aparecer esos dones y maravillas que aportan los pequeños instantes.
Al salir de la enfermedad, cuando se recuperan las fuerzas y vuelve uno a bañarse disfrutando el agua de la regadera y deja las ropas del asueto obligado para sentarse de nuevo a desayunar con todos, se agradece al Señor el respirar profundamente, el abrazar a la familia, a los que estuvieron allí, al pendiente. Es así como se revelan en nuestra conciencia las maravillas de la vida.
No esperemos nada espectacular para este año 2021. Recordemos que nadie esperaba que Moisés abriera el Mar Rojo, sólo confiaban en que el Señor los guiaría y libraría de la mano opresora. Aquella tarde, nadie esperaba que Jesús los alimentara con panes y peces, el optó por multiplicar lo que había para comer. Demos gracias al Señor por estar aquí, por el pan de cada día, por la dicha de convivir en una familia.
Recuerda aquella frase de Rubén: “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida”. Pidamos al Señor que afine nuestra mirada para dejarnos sorprender en el día a día, el mejor que nadie lo ofrece, es la Vida.
*Abraham R. Flores es Director de PPC-México.
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