Hoy, la vivencia religiosa en el mundo Occidental cobra nuevos bríos y en entornos culturales posmodernos resurge con un vigor inusitado, pero lo hace -en el actual contexto contemporáneo- en medio de la crisis generalizada que se vive en todos los ámbitos de la cultura. Una crisis que trastoca profundamente los cimientos y postulados básicos sobre los cuales erigíamos –como occidentales- nuestro “mundo”.
En este sentido, la actual crisis de la Iglesia, no está aislada del contexto cultural global, y valdría la pena considerar qué tanto de esa crisis es por ser Iglesia y qué tanto por ser una Institución de cuño occidental. El oleaje de esta crisis no proviene del interior de la institución eclesiástica, sino que se mueve a la par de las demás instituciones culturales del occidente moderno entre corrientes que alejan cada vez más de los fundamentos de la modernidad.
Expresiones posmodernas
Dentro de este contexto deben ubicarse las expresiones religiosas posmodernas del tipo New Age, entre muchas otras, que cobran sentido, única y exclusivamente para el ser humano inserto en este ambiente posmoderno, donde el compromiso se diluye al máximo, la visión de futuro se obnubila hasta casi desaparecer de la escena, quedando la ficción de un eterno presente, siempre joven, siempre bello y placentero, fuera de foco de lo que conlleva la naturaleza humana frágil, perecedera y tendiente a la degradación.
Estas nuevas expresiones religiosas, pues, son vistas con total coherencia y orden por un sujeto posmoderno que se ha autovalorado exclusivamente en su individualidad sin mayor conexión social que la virtual, siempre a un “clic” de distancia de cortar cualquier incomodidad o interpelación.
Desde este punto de vista, tenemos, por un lado, un ambiente sumamente amigable con lo religioso y lo espiritual (en indefinido), y por otro, un sujeto que decide qué adoptar para hoy, y exclusivamente para hoy. Hay que reconocer que las religiones – en cierto sentido- no solamente se han uniformado en una escala de valores homogénea, sino también se han desmantelado y se venden por partes en una dinámica de mercado, donde la oferta y la demanda marcan la diferencia para el consumidor final.
Rasgos de los cultos posmodernos
Las desilusiones del proyecto moderno, buscan un nuevo proyecto al margen de los grandes baluartes de la modernidad: la institución, la racionalidad, el progreso (visión optimista del futuro) y el humanismo (confianza en el ser humano y sus proyectos).
La nueva configuración como se concibe el ser humano, no requiere ningún compromiso, adhesión normativa, proyecto a largo plazo, o exclusividad de pertenencia.
El New Age, realmente empata, como propuesta religiosa, al molde de esta nueva forma de ser humano: light, versátil, fugaz, intuitiva, pasional, sin ataduras, atemporal y sin compromisos. Es por ello que el tipo de cultos posmodernos como éste, comparten rasgos comunes como los siguientes:
1. Oposición a toda forma de regulación institucional. Son de suyo periféricos (en relación a la instancia religiosa oficial central). Los discursos religiosos se ven severamente afectados, pues son –en primera instancia- institucionales, implican una figura de autoridad y sostienen proyectos a largo plazo.
2. Volatilidad y efervescencia. Son prácticas de rápida expansión, pero poca constancia de sus miembros a largo plazo; los adeptos son fluctuantes, y el lapso es corto entre el pasmo inicial y el olvido total, pasando por puntos intermedios de atracción, desilusión y abandono. Dan la bienvenida sin ningún filtro y así como reciben, despiden, cuando no encuentra más satisfacción emocional en ellas.
3. Se caracterizan por el desarraigo y la falta de vinculación con un pasado que anude a un estado y compromiso primigenio.
4. Visión mágica del mundo. Recordemos que la magia considera que el mundo puede ser manipulado a partir de fórmulas y procedimientos rituales que hacen que la realidad reaccione de acuerdo con el deseo de quien ejecuta el acto mágico. No importan consideraciones éticas, ni la voluntad de terceros involucrados; mientras el ritual mágico se efectúe con efectividad.
5. Vivencia religiosa totalmente personal, en extremo, hasta el punto del solipsismo, desconectado de vínculos alternos. La nueva tendencia posmoderna resulta en un ser humano que vive un eterno presente y la eterna huida del compromiso, instalándose en un nuevo tipo de hedonismo, donde el placer inmediato se convierte en el refuerzo perenne de la ficción de ese eterno presente.
¿Cómo la Iglesia Católica puede aprovechar este contexto?
Si la Iglesia propone un proyecto de vida a largo plazo, con un compromiso bien definido, con vínculos sociales de acción comprometida y una idea clara de conversión personal, se puede entender la animadversión hacia ella por parte del ser humano posmoderno.
Pero frente a estas nuevas expresiones religiosas, la Iglesia puede encontrar un nuevo nicho social en este contexto si pone a disposición de esta sociedad posmoderna lo que tiene por derecho propio desde su fundación y de lo cual adolece este sujeto posmoderno contemporáneo: socialidad.
El sentido de Ecclesia podría ser el vínculo que articule a este sujeto posmoderno en un lenguaje común y significativo en ambos sentidos de la relación. Esto es sin merma ni negociación de los contenidos doctrinales, espiritualidad propia y tradición preservada, es el lugar del acento en la intercomunicación, la búsqueda del vínculo que permita nuevamente la aproximación a una Iglesia cuyo discurso parece resultar hoy por hoy más in-significante e in-comprensible para un sector cada vez más creciente de sujetos adscritos a los nuevos parámetros posmodernos.
Autor:Dr. Ramiro Gómez Arzapalo Dorantes. Docente de la Universidad Intercontinental (UIC) en las Lic. D e Filosofía, Teología, y Maestría en Filosofía y Crítica de la Cultura. Dirige el Observatorio Intercontinental de la Religiosidad Popular UIC.
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