Como cada segundo domingo de Pascua,  se celebró la fiesta de la Divina Misericordia. La cual está basada en las revelaciones de Sor Faustina Kowalska y fue instituida como fiesta de la Iglesia universal por San Juan Pablo II en el año 2000. Desde entonces, la devoción al Señor de la Divina Misericordia se ha extendido por todo el mundo y concentra a millones de católicos.

Pero ¿qué es la misericordia? La palabra como tal viene de del verbo latino miserari, que significa apiadarse o sentir compasión y del sustantivo cordis, que refiere al corazón. Es decir, significa apiadarse desde el corazón. En este sentido, el concepto viene del hebreo rahamin, que puede traducirse por entrañas de una madre, pues hace referencia a la ternura visceral materna, entendida como el afecto profundo del corazón de una madre con su hijo (Is 49,15). En cualquier caso, la misericordia es la forma en que Dios se revela y actúa: 1) Dios ve y escucha la aflicción y el clamor de su pueblo; 2) le conmueve las entrañas y 3) luego actúa, haciéndose cargo de su situación. (Ex 3, 7-11) Además, es el programa de vida al que nos invita con la parábola del Buen Samaritano. (Lc 10, 33-37)

En este sentido, si bien el rezo de las novenas y de la coronilla de la Divina Misericordia son la práctica más habitual de esta devoción, no debemos olvidarnos de la acción misericordiosa. Según los diarios de Sor Faustina, Jesús le reveló:

Exijo de ti obras de misericordia que deben de surgir del amor hacia mí. Debes de mostrar misericordia siempre y en todas partes. No puedes dejar de hacerlo ni excusarte ni justificarte. Te doy tres formas de ejercer misericordia: la primera es la acción; la segunda, la palabra; y la tercera, la oración. En estas tres formas se encierra la plenitud de la misericordia y es un testimonio indefectible del amor hacia mí. De este modo, el alma alaba y adora mi misericordia.

Esta revelación nos da claves para entender nuestra acción misericordiosa: 1) La fuente debe ser el amor de Jesús. En este sentido entendemos por qué el papa Francisco insiste en que la Iglesia no es una ONG, porque su actuar debe basarse en el encuentro de Jesús y estar motivada por el Espíritu Santo. 2) Es esencial a nuestra fe, atentamos contra Dios mismo sino actuamos con misericordia. 3) Es integral: acción, palabra y oración deben estar presentes. Nuestra acción será estéril si no la acompañamos de oración, pero nuestras oraciones y palabras estarán vacías si no actuamos con misericordia.

Ahora, ¿qué podemos hacer? El Evangelio y la Tradición son claros al respecto: Dar de comer al hambriento, dar de comer al sediento, recibir al migrante, vestir al desnudo, visitar al enfermo y al prisionero. (Mt 25, 34-36) Es decir, optando preferentemente por las personas empobrecidas contribuyendo a aliviar su sufrimiento, pero también luchando en solidaridad contra las causas estructurales que nos empobrecen.

Por: David Vilchis, responsable de investigación de IMDOSOC.

Escrito por: David Vilchis, coordinador se Investigación en IMDOSOC

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