ESCRIBO CON ALGO de indignación –no quiero que sea tanta- pero con mucha esperanza, y rápido digo la razón: en este suelo mexicano y en tantos otros pisados con nuestros malvados pies, siguen sucediendo injusticias, abusos y tropelías que desdicen de las grandes y bellas capacidades que tenemos los hijos de Eva…
ES EL PECADO –el rechazo a la voluntad de Dios- lo que nos hace tan, pero tan ruines, y la lista sería larga: guerras, desempleo, autoritarismos, contaminación, narcotráfico, explotación, fraudes, terrorismo, y un etcétera laaaargo que por ahora cierro con la indignación que me provoca la persecución religiosa, concretada en la expulsión de tres religiosas en Nicaragua, en días pasados…
ESTÁ CLARO QUE NO ES delito alguno atender un asilo de ancianos por más de 25 años (como lo hacían las religiosas expulsadas), pero tal injusticia es apenas una minúscula gota en la inundación de miedo en que vive cualquier dictador: de ahí que el propósito de cualquier régimen persecutor se enfila en desparecer voces, personas, instituciones que no se cuadren a sus caprichos…
LA PROHIBICIÓN DE procesiones, el cierre de templos, la condena sumaria a sacerdotes y obispos (entre ellos el Obispo Rolando Álvarez), la expulsión de tantos críticos, son parte de una persecución añeja, pues las familias y grupos que se encamaron en el poder, fantasean con ser eternas, con ser perfectas, con ser auténticas…
SE CIERNE LA AMENAZA también sobre empresas y organizaciones privadas que pudieran dar servicio alguno a la Iglesia, pues les podrían cancelar permisos y hasta acusarlas -¡pretextos!- de subversión o traición a la patria…
ES MÁS GRANDE LA ESPERANZA y tanto ahí como en cada lugar donde se levantan las tinieblas y miserias humanas -¡hay que decirlo claro!- volverá a brillar la luz de la justicia y el derecho, regresará la paz y orden que todos necesitamos; si alguien puede decirme el nombre de un sátrapa o tirano que siga vigente, cuya memoria enaltezca a la humanidad o cuya ejemplo deba emularse, sencillamente yo retiro mi esperanza…
LA ESPERANZA NO ES la simple sucesión del tiempo para que se cumpla un periodo o caduque lo pasajero, sino la certeza de que Dios cumplirá su palabra de salvación, la seguridad de que la luz vence a las tinieblas, la confianza absoluta puesta en el Absoluto…
LEJOS, MUY LEJOS de la esperanza está el mero deseo honesto de prosperidad, más lejos todavía de los sueños fantásticos de quien espera hacerse rico sin trabajar, o de quien anhela la salud automática e instantánea del cuerpo cansado por los años sin buscar la salud del alma…
GRACIAS A ESTA VIRTUD teologal –que nace en Dios y se dirige a Él- somos capaces de enfrentar adversidades y persecuciones; gracias a la esperanza podemos ver -a través de nieblas espesas- la refulgente luz que nos espera por gracia y misericordia de Dios…
DÉJAME DECIRTE QUE la esperanza es mejor que cualquier túnel del tiempo, que cualquier pócima mágica, más eficaz que cualquier fuente de eterna juventud, y -¡por supuesto!- muy, pero muy superior a todas las ofertillas de productos milagro y promesas melosas de supuestos mesías disfrazados de políticos, sectarios, iluminados, merolicos y demás ralea…
LA AUTÉNTICA ESPERANZA se funda el amor infinito de Dios y no en la miseria de nuestros méritos, se consolida con la oración constante y no en las previsiones humanas, nos impulsa al ejercicio de la caridad superando cualquier egoísmo, nos fortalece ante la adversidad y nos abre –ya desde ahora- las puertas de la presencia de Dios…
DE AHÍ QUE QUIEN sufre persecución poniendo su confianza en Dios, siempre podrá experimentar que ningún ogro humano le arredrará, que ninguna cadena le atará, que a pesar de cárceles tremendas contará con la presencia de Aquél que todo lo puede; además, aprenderá a vivir en la…
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