Columna invitada

Juegos Olímpicos París 2024: donde el deporte, la inclusión y la humanidad se encuentran

El deporte es considerado como uno de los fenómenos más importantes de nuestros días, si no es que el más importante. El beneficio que provoca en las personas, su relevancia en la sociedad, el impacto mediático, la espectacularidad y su proyección económica han ocasionado, aunque resulte difícil de creer, que sean más los países afiliados a la FIFA y al Comité Olímpico Internacional, que a la ONU.

@desdelafe Céline Dion deslumbró en París durante la inauguración de los Juegos Olímpicos 2024, interpretando "El himno al amor" bajo la torre Eiffel. Su regreso a los escenarios, tras luchar contra el síndrome de la persona rígida, emocionó a todos. La historia de Céline es un himno a la vida: su madre, aconsejada por un sacerdote, decidió no abortar a su hijo número 14. Hoy, Céline inspira a millones a no rendirse ante la adversidad. ¡Únete a la conversación y comparte tu apoyo a esta increíble artista! #juegosolimpicos2024 #celinedion #viral #IA #juegosolimpicos ♬ sonido original – Desde la Fe

¿A qué se debe esto? ¿Qué hay más allá del deporte? ¿Cómo es que convoca a tantos millones de personas? ¿Qué lo hace tan atractivo? Sin dudarlo, las variadas respuestas podrían resumirse en que el deporte constituye un verdadero fenómeno social que no distingue raza, sexo, religión, ideología, edad ni nacionalidad. Es realmente un lenguaje universal que hace que las victorias deportivas alimenten el orgullo de una nación y que la programación de un evento deportivo sea capaz de alterar hábitos que parecen inamovibles.

Cultura, arte, economía, política y religión parecen llevarse bien con el deporte por más sencillo o complejo que este sea, ya que, aun así, sigue siendo impredecible y seductor, porque cuando parece que hay favoritos, siempre termina sorprendiendo a sabios y entendidos. 

Cuando hay desgracia, necesidad, pobreza, discapacidad o catástrofes naturales, se acude al deporte en cualquiera de sus expresiones como una de las primeras alternativas para convocar y captar el apoyo necesario en cualquier circunstancia que lo necesite. Tan es así que existen programas deportivos en todo el mundo en los que se asiste, promueve e incluso se transforma la realidad de las personas y sus comunidades. 

En mi experiencia, habiendo sido Gerente Deportivo de un club de futbol profesional en México, he podido constatar que el deporte es muchas cosas al mismo tiempo: es esfuerzo físico y disciplina en donde se practique, negocio en las oficinas, tiempo aire en los medios, escaparate en los comercios, espectáculo para todos y pasión en la tribuna.

De igual manera despierta muy diversos y variados sentimientos: es comedia que alegra, drama que provoca llanto, y suspenso que mantiene la atención; es poesía por su belleza, novela que narra una historia y cuento que fantasea. Por otro lado, se ha convertido en un acontecimiento universal que une a las personas de todo el mundo por encima de las fronteras nacionales, con un mismo sentir, con idénticas ilusiones, temores, pasiones y alegrías. Todo esto nos sigue revelando que nos encontramos frente un fenómeno genuinamente humano.

Para la edición 33ª de los Juegos Olímpicos que se celebra en París, Francia, se ha elegido como lema en francés: Ouvrons grand les Jeux, que en español podría traducirse como “Abramos los juegos de par en par”, manifestando así el deseo de tener unos Juegos más responsables, inclusivos, igualitarios y espectaculares. Por otro lado, las mascotas oficiales de las olimpiadas representan un gorro frigio o de la libertad, típicamente de la región francesa, pregonan la frase: “Solos vamos más rápidos, pero juntos llegaremos más lejos”, indicando el carácter competitivo de los juegos sin dejar de lado la importancia del juego en equipo para alcanzar el logro de los objetivos comunes. Pareciera en tiempos de sinodalidad, lo más apropiado: una invitación a caminar juntos.

En este mismo orden de ideas el Papa Francisco en su mensaje a Monseñor Laurent Ulrich, Arzobispo de París, con ocasión de estos Juegos Olímpicos, refiere la imagen de “los cinco anillos entrelazados que representan este espíritu de fraternidad que debe caracterizar el acontecimiento olímpico y la competición deportiva en general”. Añade el Papa la importancia de que se considere en el mundo una tregua, de tal manera que cese la guerra, como sucedía en la antigüedad durante la justa olímpica, “con la esperanza de que se resuelvan los conflictos y se restablezca la concordia”.

Es interesante que el Santo Padre, agradezca sinceramente que en París no se hayan olvidado de las personas más vulnerables, especialmente de las que se encuentran en situación muy precaria, de tal manera que se facilite su acceso a la fiesta. Esto me hizo recordar el Documento de Aparecida (CELAM 2007) que menciona el deporte como todo un “campo misionero y pastoral” (No. 493) y “un servicio especial de la pastoral urbana que posibilita el encuentro de la plenitud de la Vida en Cristo” (No. 518).

De ahí el reto que hemos de asumir, haciendo que el deporte sea para todos y llegue a todos, especialmente a los más pobres y marginados. No por nada el entrenador de la selección uruguaya, Marcelo Bielsa, ha declarado con firmeza durante la Copa América 2024, palabras más palabras menos, que los pobres ya no tienen el acceso al futbol como fuente de felicidad, porque ya no es propiedad popular, dejando de ser incluso gratuito. 

Espero que reine el “espíritu olímpico”, con el que los atletas reconocen al competidor como su adversario y no como su enemigo, porque sin él o ella, no sería posible alcanzar la victoria. A ese competidor le deben todo reconocimiento y respeto y le ofrecen su amistad, porque durante muchos años se acompañarán sobre la arena olímpica. Deseo que se haga realidad el lema de este año, respetando la participación de todos, viviendo la cooperación, experimentando la amistad, el sentido de pertenencia a un grupo, la competitividad, el trabajo en equipo, la expresión de sentimientos, la responsabilidad social, la convivencia, la lucha por la igualdad, el compañerismo, la justicia y la preocupación por los demás, sin dejar de lado el desarrollo personal de la habilidad, la creatividad, la diversión, la deportividad y el juego limpio y honesto.

Que la esencia del deporte durante estos Juegos Olímpicos 2024, nos enseñe a relacionarnos y a trabajar en equipo, priorizando el bien común por sobre el propio, sin que nos olvidemos de sudar la camiseta de la vida, que es la cancha que Dios nos da para ser campeones, agradeciendo el pan y el partido de cada día.

* Sacerdote de la Arquidiócesis de Monterrey, Secretario Técnico en la Conferencia del Episcopado Mexicano

P. David Jasso

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