De manera repentina, ante las lluvias constantes, las faldas del Cerro del Chiquihuite se vinieron abajo el 10 de septiembre. Hubo miedo y dolor. En cuestión de minutos, cuerpos de emergencia arribaron a la colonia Lázaro Cárdenas para ayudar a rescatar a personas, animales y objetos de valor de entre los escombros. Hoy en día todavía hay dos personas desaparecidas y 126 familias desalojadas.
En medio de los escombros, se erigieron santuarios para ayudar a quienes más lo necesitan. Los templos de las inmediaciones recibieron a las personas que resultaron afectadas y les ofrecieron comida caliente, una palabra de aliento y un lugar para dormir.
Dos de ellos fueron la Parroquia del Sagrado Corazón de Jesús y de Nuestra Señora del Carmen, que adaptaron el espacio para que más de 90 personas pudieran tener un techo. Ahora solicitan el apoyo de todos para seguir con este servicio comunitario las próximas semanas.
A lo largo de su historia, la Iglesia Católica ha acogido a las personas afectadas de los desastres naturales y se ha unido con organizaciones civiles para la asistencia humanitaria. San Francisco de Asís, por ejemplo, desde 1212 abrió cabañas para dar refugio a pobres y heridos. Hoy las iglesias y ex monasterios franciscanos conservan el lema: hogar y misión.
Si bien, estas dos parroquias de Tlalnepantla ya apoyan como casas temporales, a nosotras y a nosotros nos toca ser misioneros ante la catástrofe. Si está en nuestras posibilidades económicas podemos donar colchonetas, agua, gel antibacterial, sanitizante, según informó el padre Eduardo Pierson Espinosa –el padre Lalo como lo conoce la comunidad–, encargado de una de las parroquias.
También podemos compartir las historias de quienes más necesitan ayuda y dedicarles unas palabras y los deseos para que pronto encuentren consuelo y una respuesta sobre qué va a suceder con el patrimonio que erigieron desde hace más de 50 años, quizá sin saber que estaban en un enorme riesgo.
En el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México también nos unimos. Ofrecemos nuestro apoyo jurídico y psicológico gratuito en la Línea de Seguridad y en el Chat de Confianza 55 5533-5533 para dar calma y encontrar alternativas ante una situación de desastre y ante los distintos duelos. No les dejamos solas, no les dejamos solos.
Donar, ayudar, orar y reconocer el trabajo de estos templos es más que un acto de buena voluntad. Es una muestra de nuestro poder de reconstrucción comunitario, de saber que es posible crear una ciudadanía más fuerte incluso en la adversidad.
Hoy nos unimos por la tragedia en el Chiquihuite. Que este apoyo y coordinación perdure y permanezca siempre.
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