Vivimos en un país excluyente. Las mujeres, que forman en 52 por ciento de la población de México, y absorben el 38 por ciento de la fuerza laboral aparecen solamente en los principales periódicos y noticiarios nacionales como protagonistas, en 16 por ciento de la información. Por desgracia, casi siempre esa información es relativa a la violencia y al crimen.
Por lo demás, las mujeres, generalmente aparecen como víctimas, no como productoras de civilización, lo cual representa un retroceso brutal en el fenómeno mismo de la civilización. Desde siempre hemos sabido (y el papa Francisco lo reafirma a cada momento) que el genio femenino es la fuerza que salvará al mundo. La única fuerza que salvará al mundo.
Creo, sin temor a equivocarme, que uno de los grandes retos que enfrenta México es, justamente, enfrentar y vencer el fantasma de la exclusión de la mujer en la creación de cultura, en la elevación del espíritu que es el motor de la civilización, del auténtico humanismo que persigue un sistema democrático como el que, se supone, tenemos.
La elección de Norma Piña al frente de la SCJN es un signo que la inclusión comienza a moverse en un país machista a carta cabal. Eso es una buena noticia para iniciar el 2023. Lo mejor sería que acabaran los maltratos y la violencia contra las mujeres. Si esto no se produce, nuestro futuro como nación seguirá entre paréntesis. Muy cercano al abismo.
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