Noté que en dos de las parábolas son cosas, monedas y ovejas, y en la tercera es una persona. Entonces surge la pregunta ¿Es una responsabilidad del que está perdido regresar a la casa o es responsabilidad de la comunidad cristiana salir a buscar a los perdidos?

El día de hoy leemos la totalidad del capítulo quince del evangelio de San Lucas y es un texto dedicado a hablar de la misericordia. El inicio del capítulo nos pone en el contexto que es clave para comprender la orientación de las parábolas. Los escribas y fariseos criticaban al Señor porque comía con publicanos y pecadores. Por lo tanto la orientación de las tres parábolas de la misericordia es la de poner de relieve la responsabilidad de las autoridades religiosas en buscar al que se pierde, “porque hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justos que no tienen necesidad de conversión”. Por supuesto que la parábola más elaborada y larga de las tres es aquella del padre que pierde y recupera al hijo pequeño. Esta parábola refiere las dos responsabilidades que entran en juego en el proceso de conversión.

La voluntad de la persona pecadora que siente nostalgia por la casa del Padre y por la calidad de vida que tenía allí. Y, por otra parte, la voluntad del padre amoroso que todos los días salía a otear el camino y que al ver al hijo, desde lejos, salió a su encuentro y le reintegró a la dignidad original. Nuestro Señor Jesucristo desde el inicio de su ministerio se dedicó a llamar a la conversión a los pecadores (Mc 1,15) en vistas de la cercanía del Reino de Dios. Queda claro desde el inicio que se invita, se llama, pero no se obliga o forza a la conversión.

Esta actividad de Jesús contrastaba con la actitud, hasta cierto punto acomodada, de las autoridades religiosas de su tiempo, que se contentaban con hacer un círculo de amigos “buenos”, dejando de lado el esfuerzo por buscar a los perdidos y sintiendo, más bien, aversión por aquellos que eran considerados pecadores públicos.

 

“Nuestro Señor Jesucristo, desde el inicio de su ministerio, se dedicó a llamar a la conversión a los pecadores”.

 

Mons. Salvador Martínez es rector de la Insigne y Nacional Basílica de Guadalupe.

Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

 

Mons. Salvador Martínez

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