Vocación es un llamado que se descubre, se trabaja, se pule, se abraza. Es una intuición que va configurándose con las decisiones tomadas, las circunstancias que se van presentando, los consejos recibidos (algunos asumidos y otros desechados), los errores cometidos y los aprendizajes dolorosos, gozosos o misteriosos que templan el carácter, pulen la mirada y afirman el sentido de la vida.
La vocación a emprender es el llamado a salir del espacio seguro, de la rutina probada, del círculo sagrado para asumir nuevos retos, a experimentar nuevos caminos, a probarse en el crisol de lo desconocido.
Estudiar algo cuando uno es joven, es porque, en principio, está atendiendo a esa llamada, a esa vocación. No obstante, como dice el vallenato: “Los caminos de la vida no son como yo pensaba”, y las circunstancias, junto con la lectura desde el corazón y desde la necesidad, llevan a emprender caminos aún no construidos.
Cuando se habla de poner un negocio propio o constituir una empresa, ¿qué se necesita? Desde luego no basta sólo con una buena idea ni tener dinero, buenas relaciones o simplemente suerte. Además de lo anterior, es vital tener una visión con un futuro deseado para un grupo de personas donde la intervención del emprendedor sea necesaria con un producto o servicio que sea significativo para ese grupo y, desde luego, estén dispuestos a pagar por ello.
Emprender es semejante al viaje del héroe que describe Joseph Campbell, en donde, existe el llamado a la aventura (no sentías como ardía nuestro corazón, dijeron aquellos en Emaús); un rechazo al mismo (esto no es para mí y otras justificaciones para amortiguar el miedo de salir hacia lo desconocido); el encuentro con un senséi, aquel acompañante que le forma y le prepara para aceptar el desafío; la salida al desierto, a una prueba donde experimenta en carne propia la nueva realidad a enfrentar y aprende de esa nueva realidad; hasta que llega a la prueba decisiva donde tiene que exponerse con toda su vitalidad, con toda su experiencia en las nuevas circunstancias: el héroe vence el gran obstáculo y le es recompensado con una fortaleza interior que cambia su manera de relacionarse con el mundo y trasciende ayudando a los demás.
La vocación de emprender es un trabajo donde la comunidad es clave para acompañar a aquellos que están dispuestos a construir, a desarrollar, a crear. Un gran emprendedor ha sido Aquél que, siendo Dios, se hizo el Emmanuel, el Dios con nosotros, para compartir su vida y darle sentido a la nuestra.
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