Cuando terminé de ver el documental Amén: Francisco responde (España, 2023), de los cineastas españoles Jordi Évole y Màrius Sánchez, pensé que había asistido a una poderosa clase de pastoral.
Quien la impartía era el Papa y se daba a partir de la reunión que tuvo con diez jovenes, mujeres y hombres, de distintos países.
El Papa en Roma, fuera del Vaticano, en un espacio por decirlo de alguna manera laico, participa en un ejercicio donde los jóvenes preguntan y él responde.
Aquí hay un primer elemento de la lección. El Papa va al encuentro de sus interlocutores, se desplaza de su lugar de confort, para reunirse con ellos. Siempre hay que ir al encuentro del otro.
La conversación es abierta y directa, de tú a tú. Hay una relación de total horizontalidad, de igual a igual, entre el papa y los jóvenes. Aquí hay un segundo punto de la clase, que dice las relaciones no son jerárquicas sino de igualdad.
El Papa escucha con atención las preguntas de los jóvenes, pero también el diálogo entre ellos. Escuchar, antes que hablar, es un tercer punto de la clase con el añadido de que se debe escuchar lo que se dicen unos a los otros.
En el encuento del otro, el Papa se enfenta a un mundo que no piensa como él. Se abre a esa realidad y hace un esfuerzo por entender. Se deben respetar las ideas de los otros. Hay que abrirse a la complejidad. Este es un cuarto punto de la lección.
El Papa da la cara y expone lo que piensa, como también lo hacen los jóvenes. No tira línea, no quiere convencer a nadie. Expresa con naturalidad lo que piensa sin asumir que necesariamente tiene la razón y sin intenar quedar bien. Aquí está el quinto punto de la clase.
En esta conversación, franca y valiente de quienes participan en ella, el Papa manifiesta que la Iglesia es un espacio privilegiado para acoger la diversidad, aunque por desgracia muchos jeracas de la institución que encabeza no lo viván así. Este es el punto sexto de la lección.
Afirma con fuerza que la Iglesia vive en una sociedad donde ya no marca el camino a seguir sino que va a la par de los demás. Lo que puede ofrecer es acogida y acompañamiento. Eso es lo suyo. El dogma no. Aquí el punto octavo de la clase.
Los pastores, los suyos, lo dice una y otra vez, no deben juzgar y descalificar a los que tienen otra manera de pensar y de vivir. Deben acompañar, amar y ser fraternos. Acá el punto noveno de la lección.
Y diría que el décimo punto, a manera de síntesis de todos los otros, se expresa así: Amen, acompañen, sean solidarios y fraternos. No juzguen, no impongan, no dogmaticen. Nunca, bajo ninguna circunstancia, dejen de ser fraternos.
Los obispos y los sacerdotes deberian sentirse invitados a realizar lo que ha hecho el Papa, y hacerlo de manera constante. Es, como se puede ver en el documental, un buen método de encontrarse con los otros.
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