El Mundial de Futbol ha acaparado todas las miradas en este final del 2022. Celebrado en Medio Oriente, en una fecha no convencional y con circunstancias cuestionables desde la elección de la sede, la construcción de los estadios y otras situaciones relacionadas con la historia, la religión y las costumbres, tiene a un alto porcentaje de la población atenta a lo que sucede todos los días.
El futbol de un país suele ser el reflejo de su sociedad y por eso hoy en día, los círculos académicos de los países europeos reconocen la importancia de este deporte y realizan investigaciones para comprender las motivaciones del ser humano. El futbol no es sólo un juego, es un campo para aprender y formar pues expresa nuestras motivaciones y modela nuestras conductas, por eso incluso hay libros y ensayos que exponen la relación del futbol con la política pública, la economía, la pedagogía, los negocios, la mercadotecnia y otras ciencias, incluso las exactas. Ya expertos de la Universidad de Oxford, por ejemplo, ponen a Brasil como campeón en Qatar 2022, con base a un modelo matemático.
El Concilio Vaticano II a través de Gaudium et Spes, puso a la Iglesia a la escucha de la voz de Dios en la vida y en la historia en busca de su presencia y su voluntad. El futbol como fenómeno social, forma parte de la cotidianidad y de nuestro pasado como humanidad, es así que a la luz del Documento de Aparecida de los obispos latinoamericanos, podemos decir que el balonpié puede ser considerado como “uno de los nuevos areópagos y centros de decisión” pues tiene que ver con “el mundo de las comunicaciones, la construcción de la paz… la promoción de la mujer y de los niños… Y el vastísimo areópago de la cultura, de la experimentación científica, de las relaciones internacionales” (Cfr. DAp 491).
Tambien el futbol podría considerarse todo un “campo misionero y pastoral” fruto de la cultura actual como parte del entretenimiento de millones de personas que, junto a otras opciones “a diario llaman la atención y piden ser evangelizadas” (DAp 493) a través de “servicios especiales que respondan a las diferentes actividades propias de la ciudad” (DAp 518) como son el trabajo, ocio, deportes, turismo, arte, etc. Es así que el futbol puede ser considerado no solo un “nuevo areópago” sino también un verdadero “signo de los tiempos”.
Los “signos de los tiempos”, en palabras de la teóloga argentina Virginia R. Azcuy: son acontecimientos significativos que marcan la historia por su generalización y frecuencia, desencadenan conciencia y conmoción, esperanza y orientación en una época, creando un consenso o asentimiento básico universal, entre creyentes y no creyentes, frente a las necesidades y las aspiraciones que caracterizan la historia humana.
Son fenómenos históricos extendidos en todo un ciclo de vida colectiva, que captan progresivamente una generación, un pueblo, una cultura o civilización, y adquieren el valor de signos históricos porque impactan e interpelan a la libertad humana dando una señal hacia formas de existencia más justas y más dignas. Los “signos de los tiempos” no son hechos aislados, sino generalizados; no son historias personales, sino procesos históricos; no son signos naturales o convencionales, sino signos históricos. Están encarnados, se manifiestan de forma clara, patente e indiscutible en la realidad histórica, marcan la época de modo característico y suscitan un consenso colectivo. El futbol, nos guste o no, tiene todos esos criterios y características.
Siendo así considerado, el futbol como “signo de los tiempos” y acontecimiento significativo, exige una interpretación creyente, un discernimiento más global y universal, una escucha atenta a la llamada de Dios y su mensaje presente en él, a partir de la marca que imprime en esta época y en las personas y comunidades.
A través de la mirada creyente que podemos hacer del futbol como fenómeno social tan cercano a todos, buscamos comprender la interpelación del Evangelio bajo la guía del Espíritu y los indicios del Reino de Dios presentes en él, así como la manifestación de la voluntad del Señor para la comunidad creyente o no que lo practica o lo disfruta. La interpretación del futbol como “signo de los tiempos” puede ayudarnos a descifrar una nueva comprensión del ser cristiano en el mundo, a descubrir una nueva figura histórica del cristianismo y a impulsar una renovación del testimonio ante los retos actuales.
Así el futbol se vuelve un espacio que puede hacer posible el encuentro de las personas con Jesús y un lugar para proclamar la verdad sobre el ser humano y la dignidad de toda persona humana con gran impulso misionero (Cfr. DAp 390).
El futbol que se practica de manera profesional o amateur, por diversión o como profesión, en la escuela, en la calle o donde sea, necesita testigos que en nombre de Jesús y su Evangelio, promuevan siempre la participación de todos, el respeto a los demás, la cooperación, la amistad, el sentido de pertenencia a un grupo, el trabajo en equipo, la expresión de sentimientos, la responsabilidad social, la convivencia, la lucha por la igualdad, el compañerismo, la justicia y la preocupación por los demás; el desarrollo personal, la creatividad, la diversión, la autodisciplina, el autoconocimiento, el mantenimiento o mejora de la salud, la deportividad y el juego limpio y honesto; el espíritu de sacrificio, la perseverancia, el autodominio, el reconocimiento y el respeto, la humildad, la obediencia, la autorrealización, la autoexpresión, la imparcialidad y la construcción de la paz.
Así como los jugadores en el campo, en la sociedad y en la Iglesia nos necesitamos unos a otros para jugar bien y ganar, para lograr el ideal común como dice el Papa Francisco al hablar de futbol:“también es importante invertir tiempo y esfuerzo en fortalecer el espíritu del equipo, para lograr crear esa conexión de movimientos: una simple mirada, un pequeño gesto, una expresión comunican tantas cosas en el campo. Esto es posible si se actúa con espíritu de compañerismo, dejando de lado el individualismo o las aspiraciones personales”.
Y de esto último puedo dar testimonio en mi paso como gerente deportivo en el futbol profesional, porque, cuando más unidos estuvimos y pudimos superar las adversidades pensando en los demás y compartiendo un objetivo común, fuimos campeones.
Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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