Alrededor del mundo la secularización de la sociedad está poniendo en crisis la fidelidad y pertenencia a la Iglesia en masa; el Cardenal Joseph Ratzinger escribió en su momento: “La Iglesia de masa (como era en el pasado) puede ser algo hermoso, pero no es necesariamente el único modo de ser de la Iglesia. La Iglesia de los primeros tres siglos era pequeña, sin que por esto fuese una comunidad sectaria. Al contrario, no estaba encerrada en sí misma, sino que sentía una gran responsabilidad frente a los pobres, frente a los enfermos, frente a todos”.
La misión de la Iglesia siempre es universal, la Iglesia coopera con Cristo Salvador como signo que acoge, transmite y manifiesta en el mundo su presencia, su amor y su acción salvífica, como “Sacramento universal de salvación” (Lumen Gentium, n. 48) y coopera con Él para la salvación tanto de los cristianos que están en plena comunión espiritual y visible, como de los cristianos que están en comunión parcial.
La posición actual de la Iglesia Católica en materia doctrinal y disciplinar respecto a las personas divorciadas y vueltas a casar civilmente, es coherente y fundada sólidamente en la Escritura y la Tradición.
Por ello, en diferentes países nos encontramos con que muchas parejas irregulares perciben la limitación de la Comunión Eucarística como una exclusión total de la Iglesia, se consideran rechazadas por la Iglesia, y esto les impide descubrir la cercanía misericordiosa de Dios; se alejan de la comunidad eclesial y con frecuencia cambian de religión.
También nos encontramos con indeterminaciones sobre el tema por parte de algunos sacerdotes; con la falta de información fundamentada a esta realidad y a los agentes de la pastoral familiar, y la falta de una pastoral dirigida a todos, pero diferenciada, cuidando en primer lugar a los Matrimonios que se esfuerzan por vivir su sacramento, para llegar a todos a través de ellos.
Según nos dijo un sacerdote venezolano, en 2007 en ese país las estadísticas de divorciados en nueva unión eran del 90% de los matrimonios. Basta con conocer la realidad de los diferentes sectores de la población o de empresas, para darnos cuenta de esta realidad.
Por ello, requerimos trabajar más la “prevención”, acompañamiento desde los primeros años de casados. Fundamentales para ello los movimientos. También, dar mayor importancia a la catequesis prematrimonial, al significado del amor conyugal y familiar, así como contar con itinerarios de formación diferenciada para esta realidad, que les permita desarrollar procesos, y de manera objetiva sentirse abrazadas por nuestra Santa Madre Iglesia. Y por supuesto, mayor difusión de los procesos de nulidad matrimonial.
Todo resultado es fruto de ideas, actitudes y acciones concretas de las personas inspiradas por el Espíritu Santo en nuestra Iglesia Católica: sacerdotes, movimientos, y con apoyo de nuestros obispos.
En esta nueva época que estamos viviendo es de vital importancia tomar conciencia de esta realidad, de su amplitud y profundidad, para poder afrontar este desafío áspero y resbaladizo; es importante caminar hacia adelante con confianza y la mirada puesta en Jesucristo Misericordia.
*Rosalinda y Jorge Carrillo fueron “past-president” de la Confederación Internacional de Movimientos Familiares Cristianos 2019-2022.
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