La ecología defiende la naturaleza de todo lo que existe en nuestro planeta, por el valor que tiene en sí mismo y por lo valioso que es para los seres humanos. Todo lo que existe tiene un sentido y el ser humano, por ser racional, es quien tiene el deber de cuidar el ambiente no sólo por su propio beneficio, sino porque lo debe respetar, aprovecharlo racionalmente, sin perjudicarlo, y conservarlo para las generaciones futuras.
Ecología humana, significa que también debemos respetar y proteger la naturaleza del ser humano, que es un ser individual y libre por ser racional; que tiene una necesidad y capacidad básica de relacionarse con otros, sus iguales, para desarrollar todo su potencial. De ahí que, todo aquello que le perjudique en lo biológico, lo emocional y lo espiritual, debe evitarse. En particular, es importante proteger a los niños y adolescentes, cuyo proceso de desarrollo se encuentra en etapas de gran vulnerabilidad ante el ambiente social y los cada vez más variados medios de comunicación electrónicos, con contenidos no siempre benéficos para su desarrollo.
Para ellos, el hábitat natural es la familia, comunidad humana básica en la que viven, por lo que ésta debe conservarse como un refugio que proteja su salud física, emocional y mental, así como su naturaleza racional con información verdadera de base científica, y no con ideas carentes de fundamento, capricho de unos pocos que pretenden justificar unas conductas contrarias a la naturaleza humana. Respetar dicha naturaleza consiste en procurar conservar la vida, la integridad del cuerpo, el buen funcionamiento natural del organismo, la salud y el desarrollo adecuado. Es necesario respetar el cuerpo, precisamente por pertenecer a un ser humano. La humanidad de este ser, basada en su naturaleza racional, le hace muy superior a cualquier otro ser vivo o inerte.
La ecología humana abarca también respetar la racionalidad de cada ser humano, ofreciéndole conocimientos verdaderos sobre todas las cosas; respetando su libertad de pensamiento, de conciencia, de expresión y de autodeterminación, según su naturaleza y dignidad. Merece por tanto todas las oportunidades posibles para seguir desarrollando la personalidad que ya tiene, que es inherente a su ser. La personalidad puede desarrollarse, no construirse desde cero. La personalidad es el modo de ser del individuo humano que, como él, es único e irrepetible.
La ecología humana, también incluye el respeto de sus sentimientos, por lo que el trato que recibe ha de estar de acuerdo con su dignidad, (valor intrínseco). En la medida en que se respete la naturaleza humana, creando la ecología humana, se construirá también la ecología social, ya que la sociedad es el conjunto de individuos humanos relacionados entre sí. Finalmente, la ecología humana tiene por objeto el pleno desarrollo de los seres humanos respetando su naturaleza original y dignidad.
La ecología sexual, en consecuencia, es el respeto y desarrollo de la sexualidad original de cada ser humano que tiene sus raíces en el cuerpo, donde queda definida la sexualidad, como hombre o como mujer, en la anatomía, fisiología y en el contenido cromosómico de cada una de las células de una persona.
Los seres humanos somos originalmente sexuados, precisamente porque somos cuerpo, y nuestra diferencia corporal imprime su huella a nivel afectivo (psicológico), e incluso a nivel racional. Estas diferencias impresas por su sexualidad en toda la persona humana, no son cuantitativas sino cualitativas. Entre el hombre y la mujer, no es uno más que el otro, ni mejor que el otro, son simplemente: iguales como personas, diferentes y complementarios en cuanto seres diferentemente sexuados. Dicha diferencia y complementariedad no se da solamente en la pareja humana, sino globalmente en la sociedad, donde el modo de ser femenino y masculino aportan diferentes maneras de percibir la realidad y de actuar sobre ella, que enriquece la convivencia humana en todos los ámbitos de su existencia.
El respeto a lo que es natural en el cuerpo, es también un asunto de ecología humana, de manera que todo lo que se proporciona al cuerpo del ser humano: alimento, cuidados, medicinas, tratamientos médicos o estéticos, cirugías, etc., deben ser para conservar la vida, promover el desarrollo, cuidar o recuperar la salud, y reestablecer el correcto funcionamiento de todos los aparatos y sistemas del cuerpo humano, y no para provocar su disfunción.
Un ejemplo son aquellos actos que llevan a esto último puede ser la bulimia: acto de provocar el vómito después de comer para evitar que el organismo digiera lo que se ha ingerido y evitar así el aumento de peso. Otros ejemplos típicos son todos los medios utilizados para impedir al aparato reproductor masculino o femenino hacer su función natural de producir y desarrollar la vida de una nueva persona a partir de la unión sexual del hombre y la mujer.
*María Teresa Magallanes es Fundadora y Directora General del Centro de Ciencias para la Familia y el Matrimonio LOMA. Es Orientadora Familiar por el Instituto de Ciencias de la Educación de la Universidad de Navarra, España. Es socia fundadora e investigadora del Centro de Ciencias para la Familia, LOMA, dedicada a formar especialistas en Orientación Familiar.
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