Columna invitada

Cuaresma, tiempo para estrenar un nuevo corazón

En el marco del Tiempo de Cuaresma hablemos del tiempo. El tiempo es la eternidad comenzada; las raíces de la eternidad están en el tiempo; todo lo que pensamos, decimos o hacemos tiene un transfondo de vida eterna; es tiempo de amar a Dios. Es importante aprovechar el tiempo. El tiempo de Cuaresma hace referencia al número cuarenta, pues cuarenta fueron los días del diluvio en donde podemos pensar en la purificación de nuestras malas costumbres; cuarenta fueron los años en que Moisés vivió en el Sinaí dialogando con Yahvé, aquí podemos pensar en el Encuentro con Dios; cuarenta fueron los años que caminó el Pueblo de Israel dejando la esclavitud en Egipto, aquí podemos pensar en liberarnos de nuestras ataduras; cuarenta fueron los días en que Elías pasó recuperando fuerzas para continuar con la misión que Dios le encomendaba, aquí podemos pensar en recuperar fuerzas para responder al plan de Dios sobre nuestras vidas; cuarenta fueron también los días en que Jonás recorrió Nínive predicando la conversión, aquí podemos reflexionar en volver nuestro corazón a Dios; cuarenta fueron los días en que Jesús vivió las tentaciones del maligno ayunando y haciendo oración, aquí podemos pensar en implorar el auxilio divino y poner de nuestra parte para no caer en tentación; cuarenta días convivió Jesús con sus discípulos habiendo resucitado de entre los muertos, aquí podemos pensar en un encuentro vivo con Jesús durante estos cuarenta días que la Iglesia nos ofrece para prepararnos a la Pascua, meta de la Cuaresma. La Pascua significa el paso de Dios en nuestra vida; significa pasar del pecado, del mal y el vicio a la gracia, al bien y a la virtud; Pascua significa estrenar un nuevo corazón.

Cuaresma es tiempo de ayuno, limosna y oración; son tres prácticas que se realizan en varias religiones y que nos ayudan al dominio de sí que significa poseerse (ayuno), pues solo quien se posee puede darse al otro (limosna) y únicamente quien se sabe entregar al prójimo podrá entregarse a Dios (oración).

Cuaresma es tiempo de conversión personal; en hebreo el contenido de lo que llamamos conversión viene expresado con el termino sûb que hace referencia a desandar los caminos que nos llevan a autodestruirnos como los vicios, en griego la palabra metanoia expresa otra dimensión de la conversión que es el cambio de mentalidad, es decir, tomar la resolución de adquirir los criterios del evangelio; el latín para hablar de conversión usa la palabra poenitentia que hace referencia a la reparación de nuestras faltas, a corregirnos y restaurar la propia vida o las consecuencias ocasionadas por nuestros pecados; finalmente, la palabra conversione del italiano se traduce con nuestra palabra conversión que quiere decir cambio de dirección.

Cuaresma es tiempo de penitencia, pues conviene que hagamos penitencia para corregirnos, ya que somos pecadores; conviene que hagamos penitencia porque somos discípulos del crucificado que vivió en estado penitencial, conviene que hagamos penitencia porque nos ayuda a ser verdaderamente libres. ¿Qué tipo de penitencia? En primer lugar el fiel cumplimiento de nuestro deber, ejercitarnos en la caridad, la aceptación de las contrariedades cotidianas y finalmente las mortificaciones voluntarias ofrecidas a Dios por alguna intención.

Finalmente Cuaresma es tiempo para luchar contra la tentación. Y, por cierto, ya que siempre estaremos viviendo con la acechanza de las tentaciones podríamos aprender a beneficiarnos de las tentaciones pues estas nos ayudan a conocer nuestra fragilidad; una tentación comentada con el guía espiritual puede ser vencida más fácilmente, las tentaciones nos ayudan a ser más comprensivos con los demás pues nos reconocemos igualmente frágiles, nos ayudan, sobre todo, a poner nuestra confianza en Dios. Algunos medios para vencer las tentaciones son la guarda de sentidos, no ponerse en ocasión de tentación, implorar la ayuda de Dios (“no nos dejes caer en tentación”), ocupar correctamente el tiempo y confesarse frecuentemente.

Cuaresma es tiempo para estrenar un nuevo corazón, es tiempo para prepararse a la Pascua, al paso de Dios en nuestra vida, al paso de un corazón de piedra a un corazón semejante al Sagrado corazón de Jesús.

 

Mons. Carlos Samaniego

Es Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis Primada de México.

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