La Cuaresma mueve a reflexionar sobre la indiferencia ante los problemas o sufrimientos de otras personas, a valorar la solidaridad como factor central de la convivencia en comunidad.

Cuando nos sentimos a gusto con nuestro entorno personal o social solemos olvidarnos del dolor ajeno y caemos en la indolencia, como ha dicho el Papa Francisco al hablar de la importancia de esta etapa de penitencia y preparación para la Pascua.

Este periodo, que inicia con el miércoles de ceniza, sirve para la meditación, para evitar acciones negativas, ser solidarios y ofrecer apoyo a otras personas. Por el contrario, la indiferencia conduce a la inmovilidad ante una situación, idea o persona, es una falta de interés que imposibilita la empatía.

La duración de la Cuaresma está basada en el simbolismo bíblico del número: los 40 días de diluvio, 40 días de Moisés y Elías en la montaña, 40 días que pasó Jesús en el desierto, 40 años de la marcha del pueblo judío por el desierto o 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.

Es una práctica que viene del siglo IV e implica la búsqueda de la conversión. El ayuno, oración y limosna son manifestaciones de ese cambio, que en un sentido práctico puede implicar acciones en beneficio de la comunidad.

La abstinencia no solo es de comida y bebida, también de emociones y acciones que afecten a otras personas, como el egoísmo, odio, pereza, deseos de venganza, ira, envidia o insensibilidad ante las necesidades ajenas.

Fomentar y practicar acciones para una sana convivencia familiar y vecinal es una forma de representar el ayuno.

La limosna no es solo de un bien material, puede ser prestar ayuda a quien la necesita, como a personas adultas mayores, apoyar a alguien a buscar atención, dar un consejo o compartir alegrías.

No se trata de crear situaciones extraordinarias, sino de ofrecer apoyo en circunstancias cotidianas que pueden ser molestas, aceptar con humildad los posibles contratiempos diarios y renunciar a las cosas innecesarias para compartirlas con quien las requiera.

La Cuaresma es el tiempo del perdón y la reconciliación fraterna, de la oración y reflexión que nos permita ser mejores personas y contribuir de mejor manera con la comunidad.

Desde el Consejo Ciudadano de la CDMX fomentamos la cultura cívica como una oportunidad de construir espacios seguros, armónicos, basados en el apoyo, respeto, igualdad y equidad.

En la Línea de Seguridad y Chat de Confianza, 55 5533 5533, contribuimos con orientación legal y psicológica para tener entornos de sana convivencia.

 

 

*Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

 

Salvador Guerrero Chiprés

Coordinador del Centro de Comando, Control, Cómputo, Comunicaciones y Contacto Ciudadano de la Ciudad de México (C5 CDMX).

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