Ha transcurrido poco más de un año desde que la esposa de Pablo falleció por Covid-19, y los días aún le parecen grises, pero poco a poco recupera el interés por las actividades cotidianas.
El inicio de la Semana Santa de este 2022, el 10 de abril, coincidió con la fecha de nacimiento del amor de su vida, así que los días que le siguen y en los que no habrá labores en su oficina –el lugar en el que encuentra distracción– reaviva su duelo. Ella habría cumplido 44 años.
La Semana Santa tiene una duración de seis días ininterrumpidos. A lo largo de este periodo, los Jueves Santo, Viernes Santo y el Sábado de Gloria se consideran claves por rememorar lo ocurrido en la Pasión de Cristo.
Este último es un día de luto para los creyentes, por ser el posterior al fallecimiento de Jesús en la cruz. La muerte es un tema difícil de procesar, tanto en lo psicológico como en lo emocional.
Como sucede a Pablo, el duelo lleva tiempo, y ahora se suma a los sentimientos que vive desde la fe, en la que encuentra consuelo. Este sábado recordamos y conmemoramos el día que Jesús descendió al abismo, para volver resucitado. Fue un día de dolor para sus discípulos y seguidores.
En la fe encontramos un espacio espiritual para procesar nuestras emociones, y en el Consejo Ciudadano buscamos apoyar con asistencia emocional, como la que ahora recibe Pablo. Entre 2020 y lo que va de este año hemos ayudado a más de 2 mil personas ante la muerte de un ser querido. Ellas y ellos sienten desconsuelo, tristeza, ansiedad, depresión, culpa, soledad y otras emociones como miedo e ira.
En los Centros de Recuperación Emocional en las sedes de las alcaldías Cuauhtémoc (Amberes 54), Iztapalapa (Luis Hidalgo Monroy 100), Azcapotzalco (Morelos y Pavón 33) y Benito Juárez (Tintoreto 39), así como a través de la Línea de Seguridad y el Chat de Confianza (55 5533 5533) se ofrece apoyo psicológico gratuito, 24/7 y confidencial.
El Sábado de Gloria no solo rememora el dolor, también la valentía y la esperanza que brindó la Virgen María a los apóstoles de Jesús al recordarles que su hijo había afirmado: “Al tercer día resucitaré”.
Por eso, aunque el dolor ante la muerte proviene de todo el amor que queremos dar y que ya no podemos dirigir, a través del trabajo tanatológico es posible reconocer que es ese mismo amor puede ayudarnos a sanar y recordar que, mientras ese ser querido y sus enseñanzas permanezcan en nuestros pensamientos, seguirá con nosotros.
*Salvador Guerrero Chiprés (@guerrerochipres) es Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México.
Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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