Platicando con un vendedor de relojes, me compartía que uno de los problemas más frecuentes con sus clientes eran los reclamos porque les entraba agua.
“Les explico hasta el cansancio -me decía- que cuando un reloj dice resistente al agua, significa que, si se moja al lavarse las manos o al bañarse, no le entra el agua. Si lo que quieren es meterse a la alberca, lo que necesitan es un sumergible, que cuestan más. Se los digo y repito, pero parece que no lo captan.
Cada acción tiene sus consecuencias, algunas imperceptible y otras incluso hasta dramáticas y en la confusión de términos hay una especie de deseo que los efectos se puedan minimizar imaginando que lo malo no nos va a pasar.
Si compro un reloj que no está diseñado para soportar la presión y nado con él, es absurdo pensar que no le va a pasar nada. Sumergible y resistente al agua son términos relacionados, pero en la práctica tienen desempeños muy distintos.
De igual manera, libertad y libertinaje son conceptos muy parecidos y con la misma raíz, pero al mismo tiempo tienen significados muy diferentes.
Hacer lo que me dé la gana, escudado en una supuesta libertad, es un claro ejemplo de cómo se puede confundir fácilmente ésta con el libertinaje.
Creer que puedo hacer lo que quiera con mi cuerpo, lo que sea, porque tengo libertad para ello, no hará que los excesos dejen de tener efectos negativos en mi salud. El libertinaje tiene consecuencias que la libertad no tiene.
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