¿Cómo la fe puede ayudarnos a eliminar el burnout?

¿Te sientes agotado y no soportas tu trabajo? Puede ser que estés experimentando algunos de los síntomas del “síndrome de burnout” (también conocido como síndrome de desgaste profesional o síndrome de estar quemado), tales como el agotamiento físico, mental y emocional, pérdida de interés y reducción del desempeño, entre otros.

Quizá ya has ido a terapia, te han contratado a un coach, has pedido un aumento, te han cambiado de área, vas al gimnasio todos los días y sientes que nada mejora.  Recuerda que somos seres bio – psico – socio – espirituales y que vivimos desde esta integralidad.

El “síndrome de burnout” se puede y se debe atender también desde nuestro aspecto espiritual, de otro modo siempre le faltará una pata a la mesa que sostiene nuestra satisfacción laboral.

Pero… ¿Cómo la fe podría ayudarnos a minimizar el impacto del estrés laboral en nuestra vida?

1. “No solo de pan vive el hombre”. Mateo 4:4

Más allá de cubrir nuestras necesidades físicas y materiales, el hombre necesita brindarle sentido a su vida y su trabajo, amar, servir, conectar con los demás y cumplir con su misión personal o propósito de vida.

Cuando cumplimos por cumplir, caemos en un vacío existencial y nuestro trabajo se vuelve sumamente cansado. Entramos en la “carrera de la rata” una búsqueda interminable, contraproducente o inútil.  Corremos todo el día, todos los días, por muchos años y al final caemos en cuenta que no hemos logrado nada significativo en nuestra vida.

No existe el trabajo perfecto, existen distintas formas de vivir el trabajo, es decir, el sentido que cada persona le da a lo que hace, por muy simple u operativo que esto sea, el valor que le otorga y la causa a la cual se entrega a través de éste.

¿De qué forma tu trabajo puede impulsarte a cumplir con tu propósito de vida?

• Reconoce tus dones y talentos

Tal como lo dice la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30), Dios nos ha dotado a cada uno de diferentes talentos, y es nuestra responsabilidad aprovecharlos al máximo para rendir frutos y darle gloria a través de éstos.

Somos seres únicos, irrepetibles e irremplazables. Podemos tener la misma profesión que millones de personas en el mundo, sin embargo, no existe una sola persona que la pueda ejercer del mismo modo en que lo hacemos nosotros.

Cuando tenemos claro el impacto positivo de nuestro trabajo en la vida de las demás personas, se vuelve un trabajo con sentido, sabemos que más allá de una lista de actividades, estamos aportando algo al mundo que nos rodea y podemos hacer la diferencia.

¿Qué te hace único y de qué forma estas brindando tus talentos a este mundo para dejar un legado?

• Ama lo que haces

No siempre tendremos la suerte de hacer lo que amamos, pero si tenemos la responsabilidad de amar lo que hacemos. Cuando cumplimos con nuestro trabajo sólo por cumplir, las horas se vuelven vacías y no vivimos con plenitud lo que hacemos.

Amar nuestro trabajo es más sencillo cuando lo dotamos de sentido y una excelente manera de hacerlo es teniendo claro el servicio que le brindamos a los demás y la causa que atendemos a través de lo que hacemos.

 “…el amor a un ser amado o incluso el amor a una tarea que realizar, son los pilares sobre los que se construye la esperanza y el sentido de la vida… Pero para el alcance de ese sentido hay que ser capaz de trascender los estrechos límites de la existencia centrada en uno mismo y creer que uno puede hacer una importante contribución a la vida, si no ahora, en el futuro.”  Elizabeth Lukas

¿Cuál es el motor de lo que haces? ¿Qué lugar tiene el amor a Dios, a ti mismo y al prójimo en tus actividades laborales?

• Trabaja con Dios como tu socio

“Confía en el Señor con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento”. Proverbios 3:5

El “síndrome de burnout” puede ser resultado de una ansiedad excesiva por controlar el futuro y garantizarnos una seguridad económica y un estilo de vida lleno de lujos y comodidades, sin embargo, estamos trabajando desde el miedo a perder y no desde la fe en Dios.

Tener a Dios como nuestro socio es confiar en que tenemos al mejor aliado de nuestro lado. Nos permite vivir en la alegría de su presencia, en la esperanza de su providencia y en la caridad para compartir con los demás todas las bendiciones que recibimos día con día.

También nos empodera y llena de confianza en nosotros mismos. “Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo” (Mateo 5:13-16).  Nos dice que ya hoy somos suficiente, que no necesitamos desgastarnos de más para generar una influencia positiva en nuestro paso por esta vida, a través de nuestro testimonio y el servicio que le brindamos a los demás.

¿De qué forma dejas que Dios actúe en tu vida y en tu trabajo para mejorar tu desempeño?

El trabajo nos brinda la posibilidad de realizarnos, crear, relacionarlos, crecer y poner al servicio del mundo nuestros mayores talentos. Más allá de un medio para sobrevivir en un mundo materialista, es una gran oportunidad para entregarnos a una misión personal y a un propósito de vida.

Tal vez pienses que cambiándote a otra empresa eliminarás este síndrome, pero, antes de dar ese paso, piénsalo bien y recuerda que a donde vayas te llevarás contigo y es justo en ti en dónde puede radicar el mayor desafío.